sábado, 28 de abril de 2018

CAMINAR, CREER Y AMAR


HOMILIA DEL V DOMINGO DE PASCUA


Queridos hermanos en el Señor:

Si el IV domingo de Pascua nos presentaba a Jesucristo bajo la imagen del Buen Pastor, el V domingo de Pascua, en el cual nos encontramos nos ofrece la imagen de la vid como figura representativa del Señor Jesús. Pero ¿Por qué Cristo usa esta imagen? ¿Qué nos quiere decir con ella? Dejemos, pues, ahora que sean los mismos textos, en su conjunto, los que nos hablen.

En primer lugar, el libro de los Hechos de los apóstoles nos narra el encuentro de san Pablo con los apóstoles de Cristo, tras su conversión. Al principio, sienten miedo de este personaje neo-converso, puesto que hace poco le habían visto perseguir con saña a la Iglesia de Dios. Sin embargo, Pablo les cuenta como persiguiendo al Camino, él se encontró con Él en medio del camino. Hay un precioso juego de significados en este pasaje: en Hechos 9, 2 se dice que Pablo perseguía a los miembros que pertenecían al camino, hombres y mujeres; en Hechos 9, 27 narra cómo se encuentra con Jesús en medio del camino. De alguna manera nos está indicando que él seguía un camino falso y plagado de error y mentira, y en esto, Cristo, el verdadero camino, le salió al encuentro para re-calcular su ruta hacia el camino verdadero, en su Iglesia.

Del mismo modo, hoy Jesucristo quiere seguir llamando a cada uno de nosotros y a cada uno de los hombres y mujeres que pueblan este mundo a re-orientar la ruta de su vida, a re-emprender el camino verdadero y alejarse de tosa senda mala que conduzca a la perdición. En definitiva, queridos hermanos, se trata de vivir en el seno de la Iglesia, cuerpo de Cristo, y, por tanto, camino verdadero de la fe que debe progresar en el tiempo en exquisita fidelidad a su Señor.


Jesús es el camino que debemos transitar para llegar al Padre. Pero…¿Cómo hacerlo? en este punto, el Evangelio es muy claro y diáfano: permaneciendo siempre unidos a Él y dando frutos de buenas obras; o dicho de otra manera, usando las palabras de la carta de san Juan, la segunda lectura de hoy: creyendo en Él y amándonos los unos a los otros. Y así es como, precisamente, recibe gloria el Padre Dios en medio de la gran asamblea.

Creer y amar son los dos verbos principales que iluminan la imagen de la vid aplicada a Jesucristo. Permanecer unidos a Cristo, vid verdadera, significa creer en él, adherirse a él, sintonizar con Él en sus pensamientos, palabras, gestos y actitudes. Ver la vida como la ve Cristo y tratar a las personas como las trata Cristo. Permanecer en su amor significa hacer de la misericordia, el amor y el perdón los principios motrices de nuestra vida, los pilares basales de nuestra existencia. Permanecer unidos a Él supone desarraigar de nosotros cualquier tipo de pecado que nos apartare de su amor, hacer una opción fundamental por ser SANTOS y no quedarse en la mediocridad del buenismo personal. Ser sarmiento unido a la vida, de donde recibimos el alimento que nos hace crecer y desarrollarnos, supone un gran ejercicio de humildad, de saber que no somos el centro ni lo más importante, sino Cristo. Que es Él quien debe marcar nuestras rutas y ser Él quien tome forma en nosotros. Todo esto supone creer y permanecer en su amor.


Pero que significa amar y dar frutos de buenas obras para glorificar a Dios. Esta es otra tarea ardua. Si el punto anterior era don de su gracia; este segundo es tarea nuestra que hemos de acometer con tesón y paciencia. Dar fruto significa amar sin medida, ser generosos en la caridad, vivir la ley del Evangelio. Dar fruto significa salir al encuentro del otro, del necesitado, del marginado. Dar fruto de buenas obras, significa tener claro que somos cooperadores en la construcción del Reino de Dios, un Reino de amor, de justicia, de paz y de verdad.

Queridos hermanos, seguir a Cristo, vid verdadera, supone un don y una tarea que no podemos eludir si queremos ser salvados. Nadie dijo que fuera fácil pero sí apasionante y contagioso. ¿Estaremos dispuestos a dar frutos? ¿Estamos unidos a Jesús verdaderamente? O ¿estamos unidos a nuestros caprichos, afectos, gustos personales, etc? ¿Busco la gloria de Dios o mis éxitos personales? ¿Mi conciencia responde ante Dios o más bien busca la complacencia y el aplauso del mundo? Que Dios nos conceda la gracia de estar siempre unidos al Señor en el camino de su Iglesia. Así sea.

Dios te bendiga

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