miércoles, 2 de mayo de 2018

MISSA PRO POPULORUM PROGRESSIONE


MISA POR EL PROGRESO DE LOS PUEBLOS


I. Misterio

Que los pueblos tienen derecho a desarrollarse, crecer y progresar material y espiritualmente es algo que la Iglesia siempre ha mantenido desde su origen. Ya con los Padres de la Iglesia se fue desarrollando, siempre, una sensibilidad especial hacia los problemas que afectan a la vida ordinario de los hombres. La moral fue entendida como la repercusión o la consecuencia práctica de asumir la fe y los compromisos bautismales que ésta suponía. Será con el Papa León XIII y su encíclica Rerum novarum cuando comience a desarrollarse un cuerpo doctrinal sistemático acerca de los asuntos temporales que en la sociedad comenzaban a despuntar: el trabajo remunerado, el colectivismo, la revolución industrial, etc. Así nacería la llamada Doctrina Social de la Iglesia, a la cual todos los papas siguientes contribuyeron a través de documentos escritos o mensajes radiofónicos.


Este formulario de misa que hoy comentamos responde a la encíclica sobre el desarrollo de los pueblos, Populorum Progressio (en adelante PP) del papa beato Pablo VI, con fecha del 26 de marzo del 1967. Precisamente, esta encíclica pertenece al cuerpo doctrinal social que venimos indicando más arriba.

Este documento, supuso una llamada de atención sobre la justicia social en el mundo, entre los pueblos y, sobre todo, acerca del desarrollo integral del hombre y de los pueblos de la tierra. El Papa sostiene que el verdadero progreso de los pueblos, tiene que fundarse en el amor a Dios y al prójimo y ha de fomentar las relaciones entre los individuos y la sociedad. Para contribuir a ello, entre otras cosas, crea un nuevo organismo pontificio llamado “Justica y Paz” (PP 5).

            Pablo VI hizo acuñó la expresión “civilización del amor” como un orden social fundado en la supresión de injusticias y desigualdades; y en la instauración de una equidad en las relaciones entre las naciones y una autoridad mundial que establezca un orden jurídico universal reconocido por todos (cf. PP 78). La Iglesia, en esta encíclica, no se mueve en teorías abstractas sino que hace propuestas novedosas como la creación de un Fondo Mundial para ayudar a los más desfavorecidos de la tierra (cf. PP 51).

            El Papa indica que el momento es apremiante para la Iglesia: «La presente situación del mundo exige una acción de conjunto que tenga como punto de partida una clara visión de todos los aspectos económicos, sociales, culturales y espirituales. Con la experiencia que tiene de la humanidad, la Iglesia, sin pretender de ninguna manera mezclarse en la política de los Estados sólo desea una cosa: continuar, bajo la guía del Espíritu Paráclito, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido» (PP 13).

             

II. Celebración

La misa, de nueva creación y de clara inspiración en la encíclica social de Pablo VI, Populorum Progressio, presenta un formulario simple con las tres oraciones principales para la celebración. Puede ser completado con la tercera plegaria por diversas necesidades. Como el resto, se rige por las normas generales para el uso de estas misas y puede decirse con ornamentos del tiempo o blanco.


La oración colecta presenta una lírica exposición de principios de la Doctrina Social de la Iglesia fundando el origen de los pueblos en la voluntad de Dios de constituir una familia humana y cómo en la historia ese querer de Dios se va desarrollando mediante la realización personal, la supresión de la discriminación y la igualdad y la justicia. La oración sobre las ofrendas tiene como petición especial el que los hombres nos llenemos de amor de Dios con el que superaremos las desigualdades y construiremos la familia humana de los hijos de Dios, en paz. La oración para después de la comunión utiliza, intencionalmente, la nomenclatura “sacramento de unidad” para referirse a la Eucaristía, la cual se presenta como fuente de amor y generosidad para contribuir, entre todos, al progreso de los pueblos basándonos en la caridad y la justicia.

Los textos bíblicos para este formulario son: para la antífona de entrada 1 Jn 3, 17 como advertencia clara y directa a la urgencia de practicar la caridad generosa sin ambages. Es una llamada de atención para estar prontos a las necesidades de los pueblos más empobrecidos. Para la antífona de comunión, se ofrecen dos posibilidades: A. Sal 103, 13-15 donde se nos recuerda que la tierra produce, por voluntad divina, frutos para el hombre, para todos los hombres y mujeres del mundo y no para unos pocos que los explotan y esquilman los recursos impidiendo el sustento de los países pobres. B. Lc 11, 19 Dios es el providente, el generoso, el dispensador de los bienes que satisfacen al ser humana, por eso sólo a Él hemos de pedírselos, en Él buscarlos y a Él llamar.

III. Vida

El formulario de la misa responde a una pregunta ¿En qué consiste, en último término, el progreso humano y el progreso de los pueblos? Trataremos de responder basándonos en los mismos textos eucológicos y extrayendo algunos puntos esenciales que nos valgan para nuestra oración y nuestra vida.

1. Origen de la familia humana: es el punto de arranque de nuestra reflexión. Al leer las primeras páginas del libro del Génesis encontramos a Dios que se dice a sí mismo: “no es bueno que el hombre esté solo” e inmediatamente le otorga la compañía inseparable de la mujer. Yendo más allá de una lectura esponsal de este pasaje, me parece que podemos encontrar, también, el fundamento de la comunidad humana universal. El hombre está llamado a construir un pueblo, una nación, una civilización. Cualquier intento de construirse a sí mismo de manera autónoma sin referencia a una comunidad humana o a Dios, será siempre una quimera dado el carácter político-social de la persona misma. Es por ello, que el deseado desarrollo de los pueblos o el progreso material y espiritual de los mismos debe estar basado en una correcta antropología donde el individuo no se disuelva en la comunidad (proyecto marxista-colectivista) ni la comunidad se sacrifique en aras al individuo (proyecto liberal-individualista). Sino que el sujeto ha de sentirse parte de la comunidad respetando su carácter individual inviolable, esto es, el personalismo comunitario.

La referencia primera de este modelo social, la hallamos en la misma Santa Trinidad. Allí, lo común a las tres Divinas Personas (naturaleza) no anula lo propio y concreto de cada una de ellas (relaciones y propiedades). Así pues, lo que busca el desarrollo de las naciones, en general, y de la comunidad humana, en particular, no es otra cosa sino volver y restaurar el origen de la familia humana querido por Dios y disuelto por el pecado.

2. La realización personal: esta expresión, en esta sociedad pos-moderna nuestra, está muy de moda. Con ella se alude a la capacidad del hombre y de la mujer de desarrollar sus potencialidades mediante el desempeño de una actividad, laboral o lúdica, que le agrada y le reporta beneficios morales o emocionales. Sin embargo, en una concepción cristiana del hombre y del mundo, la expresión “realización personal” debe ir más allá de lo afectivo o emocional. El cristiano solo se realiza a sí mismo en la medida en que se valora como persona humana-hijo de Dios por el bautismo y descubre que ahí radica toda su dignidad. Que al tener alma racional es sujeto de derechos y deberes que ha de vivir en la santa libertad de los hijos de Dios. La realización personal del cristiano radica, pues, en la vivencia radical de los compromisos bautismales y en la lucha feroz contra el diablo, que se presenta de diversas formas en el ámbito personal, social y moral.


3. Situaciones de discriminación e injusticia: por desgracia, no han dejado de sucederse desde que el mundo es mundo. Las diversas situaciones de discriminación son siempre una transgresión de los mandamientos divinos, y en concreto, del mandamiento nuevo del amor. La discriminación y la injusticia responden al egoísmo humano y a las fobias arraigadas que nos hacen ver a los demás como enemigos (por cualquier motivo) y como extraños adversarios para nuestros proyectos y expectativas. En este sentido, los cristianos debemos ser los primeros opositores frente a cualquier intento de discriminación de las personas o colectivos sociales por razón de sexo, de raza, de cultura y de religión. Esto no significa que haya que transigir y compadrear con todo, sino discernir lo bueno y aprovechable de ellos y purificar o rechazar lo malo y contraproducente que tienen. Pero más aún deberíamos ser enemigos de la discriminación y la injusticia cuando esta viene acompañada de la violencia o de legislaciones claramente contrarias. Hay que aprender a valorar la vida en todas sus dimensiones y en todas sus realizaciones.

4. Destino de la familia de los pueblos: es el colofón de todos los puntos expuestos anteriormente. Si el progreso de los pueblos partía de aquel remoto origen genesíaco de la familia humana como proyecto de Dios frustrado por el pecado, el destino de las sociedades y las naciones no puede ser otro que la conformación de esa fraternidad universal que es la familia humana. No se trata de que haya que suprimir fronteras o singularidades de los pueblos. No seamos ingenuos ni demagogos. Se trata de respetar la idiosincrasia de los pueblos de la tierra. Respetar los recursos naturales de los países, permitir el desarrollo material de los países en vías del mismo. Mantener relaciones basadas en la paz y en la no agresión. Una sociedad mundial donde se acaben las guerras, y cada pueblo se reconozca parte de un todo. Será una sociedad en camino a formar un solo rebaño con un solo Pastor, Jesucristo. Ni el pretendido multiculturalismo ni la animadversión a lo diferente y diverso forman parte de este proyecto porque el primero anula lo individual y lo segundo rechaza lo comunitario. Se trata más bien de respetar e integrar al otro con sus diferencias y particularidades. Reconocerle como hermano mío en Dios, Padre nuestro.

Así pues, vemos que es una tarea y un reto pendiente el que tenemos por delante los cristianos. En este desarrollo material y espiritual de los pueblos y las sociedades tenemos un gran cometido los cristianos, Iglesia en el mundo. No podemos obviarlo porque Dios nos necesita y nos pedirá cuantas de ello.

Dios te bendiga


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