MISA PARA LA EVANGELIZACIÓN DE LOS
PUEBLOS
I. Misterio
Antes de abandonar este mundo y pasar,
definitivamente, al Padre, Jesús dejó a su Iglesia el encargo de ir a todo el
mundo y proclamar el Evangelio a cada criatura, hasta los confines de la
tierra, bautizando y poniendo en práctica todo lo que Jesús les había enseñado.
Este mandato misionero universal no fue válido, solamente, para los apóstoles y
discípulos de aquel momento, sino que afecta e interpela a todos los seguidores
de Cristo desde entonces hasta el día de hoy. La premura por la salvación de
las almas dio origen a una importante empresa misionera que no ha cesado en
2018 años. Una empresa que abarca los viajes de san Pablo, las rutas de los
doce, la evangelización de los irlandeses y germanos, las expediciones de
ultramar a América, etc.
Tan importante es esta dimensión misional para la
vida de la Iglesia que no son pocos los documentos pontificios que la avalan. Señalaremos
los más importantes[1]:
·
Pío XI, Rerum Ecclesiae,
1926
·
Pío XII, Evangelii praecones,
1951
·
Pío XII, Fidei donum, 1957
·
Juan XXIII, Princeps Pastorum,
1959
·
Concilio Vaticano II, Nostra aetate,
1965
·
Concilio Vaticano II, Decreto Ad Gentes, 1965
·
Pablo VI, Graves et increscentes,
1966
·
Juan Pablo II, Slavorum apostoli,
1985
·
Juan Pablo II, Redemptoris Missio,
1990
Así, «La misión, pues, de la Iglesia se realiza mediante la
actividad por la cual, obediente al mandato de Cristo y movida por la caridad
del Espíritu Santo, se hace plena y actualmente presente a todos los hombres y
pueblos para conducirlos a la fe, la libertad y a la paz de Cristo por el
ejemplo de la vida y de la predicación, por los sacramentos y demás medios de
la gracia, de forma que se les descubra el camino libre y seguro para la plena
participación del misterio de Cristo» (AG 5b). Según los
últimos datos de la OMP:
-
Existen 1.113 Territorios de
Misión. Se extienden por África y Asia, las islas de Oceanía y América.
-
El 37% de la Iglesia
Universal es Territorio de Misión. Representan 1/3 de la Iglesia católica.
-
Aproximadamente un 44% del
trabajo social de la Iglesia se desarrolla en los territorios de misión.
-
El 47% de la humanidad vive
en los territorios de misión.
-
Uno de cada tres bautismos
en el mundo se celebra en los Territorios de Misión.
Entremos ya, pues, en el formulario
de la misa para la evangelización de los pueblos y dejemos empapar de lo que la
sabia pedagogía de la Iglesia ha dispuesto en estas páginas del misal.
II. Celebración
El formulario que el misal de Pablo VI, en su
tercera edición, nos ofrece para orar por esta intención es doble. El primero
hunde sus raíces en el misal de 1570, donde ya encontramos una missa pro Fidei propaganda, mientras que
el segundo es totalmente nuevo. Con esta misa se puede emplear la tercera
plegaria para diversas necesidades. Estas misas se rigen por las normas generales
dadas para las misas por diversas necesidades, aunque esta misa en concreto
puede usarse el domingo del Domund,
que generalmente cae en Tiempo Ordinario. Analicemos estos textos a los que
hemos acuñado un título.
Formulario
A: el progreso de la fe en el mundo.
Este formulario se compone de dos
colectas, una oración sobre las ofrendas y una oración de pos-comunión. La primera
oración colecta esta inspirada en la del misal de 1570[2]
pero pronto se desmarca de ella, mientras que la segunda es de nueva creación. Ambas
tienen en común de ser una pieza de arquitectura bíblica de extraordinario
valor y lirismo. Por su interés la transcribimos indicando los textos bíblicos
que están en el sustrato de ambas:
Colecta
A:
Oh Dios,
que quieres
que todos los hombres se salven
y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4),
mira tu
inmensa mies y dígnate enviarle trabajadores (Lc 10,2),
para que sea
predicado el Evangelio a toda criatura (Mt
24,14),
y tu grey,
congregada por la palabra de vida
y sostenida
por la fuerza de los sacramentos,
camine por
las sendas de la salvación y del amor.
Por nuestro
Señor Jesucristo.
|
Está fundamentada en la voluntad salvífica universal
de Dios, y para ello debe enviar, como prometió, obreros a su mies para
predicar el evangelio y fundar un solo pueblo que camine por las sendas de la
salvación y el amor congregado por la Palabra y sostenido por los sacramentos.
Colecta
B:
Oh Dios,
que enviaste
al mundo a tu Hijo (Jn 3, 16) como
luz verdadera (Jn 1,9),
derrama el
Espíritu prometido (Jn 14, 26)
para que
siembre continuamente la semilla (Mc 4,
1-9) de la verdad
en el corazón
de los hombres
y suscite en
ellos la respuesta de la fe,
para que
todos,
renacidos a
una nueva vida (Jn 3, 3)
por medio
del bautismo,
lleguen a
formar parte de tu único pueblo.
Por nuestro
Señor Jesucristo.
|
De corte, eminentemente, joánico, es
Dios quien para salvar a los hombres envía al mundo a su Hijo único y al Espíritu
Santo para que la fe sea implantada en el corazón del hombre y, por medio del
Bautismo, forme un solo pueblo, la Iglesia.
Oración
sobre las ofrendas:
Mira, Señor,
el rostro de tu Cristo,
que se
entregó a la muerte para redimirnos a todos (Mc 10, 45 en interpretación de AG 3),
a fin de
que, por su mediación,
sea
glorificado tu nombre en las naciones (Sal
86, 9)
desde donde
sale el sol hasta el ocaso (Sal 112,3),
y se ofrezca
en todo el mundo un sacrificio a tu majestad (Malq 1, 11).
Por
Jesucristo, nuestro Señor.
|
La ofrenda de Cristo es la oblación
expiatoria que se realiza en el altar por medio de los dones ofrecidos, la
misma que se realiza en el mundo entero, como cumplimiento de la profecía de
Malaquías.
La oración de pos-comunión está
tomada del misal romano de 1570[3]. La
gracia que se demanda por medio de la ofrenda realizada es el progreso de la fe
verdadera.
Los textos bíblicos asignados a este
formulario son: para el introito, el salmo 66, 2-3 la posibilidad de extender
el conocimiento del Dios único y verdadero al mundo entero es un don de la
piedad divina; mientras que para la antífona de comunión, será el mandato
misionero de Mt 28,20 el que se presenta como un eco de la constante presencia
de Cristo entre nosotros.
Formulario
B: la Iglesia, sacramento de salvación en el mundo.
Este formulario se compone de las
tres oraciones pertinentes, a saber: la colecta, donde se aborda la idea de la
Iglesia como sacramento de Salvación (LG 1) que debe extender la obra redentora
de Cristo a todos los lugares del mundo; para ello, sus hijos, los cristianos
deben sentirse llamados a ser misioneros, a salvar toda criatura y formar,
junto a ella, una sola familia y un solo pueblo. La oración sobre las ofrendas
donde se establece un paralelo entre la ofrenda del altar y la Pasión de Jesús,
donde él se ofrece por la salvación del mundo. La oración de pos-comunión
recuerda que la Iglesia es el medio querido por Cristo para la salvación.
Los textos bíblicos asignados para
este formulario son: para la antífona de entrada el Sal 95, 3-4 donde el empeño
se pone en que la alabanza a Dios abarque a todo el mundo; mientras que para la
comunión se han seleccionado dos antífonas: el salmo 116, 1-2, donde se invita
a todas las naciones a alabar a Dios, y Mc 16,15 donde se nos presenta el
mandato misionero de Jesús antes de su partida al cielo.
III. Vida
Una vez analizado los formularios de
esta misa indicaremos una serie de puntos extraídos de ellos que nos permitirán
tomar una mejor conciencia del ser misionero del cristiano:
La voluntad salvífica universal de Dios: esta es la razón primera de toda acción evangelizadora,
buscar el mayor número de personas que conozcan a Dios, conociéndolo, lo amen y
amándolo, lo sigan y lo pongan en el centro de sus vidas. La fe y el Evangelio
no son propiedad exclusiva de los bautizados, sino lo que debe movernos a salir
al mundo y llevarlos a todos aquellos que aún no conocen la Verdad liberadora
de la fe en Jesucristo y su evangelio de salvación.
Palabra y sacramentos, medios de evangelización: hay una vieja discusión de si la evangelización
debe prevalecer sobre los sacramentos o lo sacramental por encima de la
evangelización. Esta controversia, que ha hecho correr ríos de tintas, es estéril
y no lleva a nada pues el anuncio de la Palabra solo tiene sentido si culmina
con la recepción de los sacramentos y la adhesión del sujeto a la fe.
Formar un único pueblo, fin de la misión: cuando el sujeto se adhiere a la fe en Jesucristo
y recibe las aguas bautismales, entra a formar parte del Pueblo de Dios, esto
es, la Iglesia. La Iglesia está al inicio del proceso evangelizador, durante el
proceso y en el final del mismo. La Iglesia con su anuncio despierta la fe, con
la catequesis enseña, educa y acompaña en la fe, y con la administración de los
sacramentos posibilita la adhesión de la fe. La Iglesia crea, así, una
fraternidad universal que va más allá de las fronteras, razas, clases sociales,
y otras distinciones. En Palabras del Concilio «el fin propio de esta actividad misional es
la evangelización e implantación de la Iglesia en los pueblos o grupos en que
todavía no ha arraigado» (AG 6c)
Todos llamados a ser misioneros: el formulario de la misa recuerda a los creyentes
que todos, por el hecho de estar bautizados, estamos inmersos en la tarea evangelizadora
de la Iglesia. Recuerda, así mismo, que cada uno, desde el lugar en que se
encuentra debe preocuparse por la salvación de los demás. La salvación no es un
hecho individual sino algo que afecta a la colectividad. Durante algunos años
ha habido un error de comprensión: la misión no es algo que se delegue en los
laicos, sino que es algo sustancial a la naturaleza del laico.
Así pues, queridos lectores, la misión
evangelizadora de la Iglesia es algo que nos atañe a todos y por eso mismo debe
preocuparnos el hecho de que haya misioneros y gente que quieran entregar su
vida, saliendo de su país para ir a tierras lejanas a anunciar el Evangelio,
celebrar los sacramentos y promocionar el desarrollo humano y espiritual de aquellas
gentes. Pero también, nuestra Iglesia necesita misioneros aquí que continúen siendo
evangelio vivo en el mundo, testigos del crucificado-resucitado, que impregnen
el ambiente en que se mueven y viven la vida de la fragancia perfumante de
Cristo y su evangelio. Aquí entramos en juego cada uno de nosotros, tu y yo. No
cesemos, pues, de rogar al dueño de la mies que mande trabajadores a su mies.
Qué Dios te bendiga
[1] Se
pueden consultar en https://www.omp.es/enciclicas-misioneras/
[2] MR1570 [416]
Missa pro Fidei propaganda
[3] MR1570 [959]
Sabbato in Albis
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