MISA POR LA UNIDAD DE LOS
CRISTIANOS
I. Misterio
En el artículo de esta semana abordaremos el tema
del ecumenismo desde la perspectiva que nos ofrecen los textos litúrgicos de
esta misa (A-B-C). Para mejor saber qué es el ecumenismo y cómo mejor ejercerlo
escuchemos estas palabras del Concilio Vaticano II: «por "movimiento ecuménico" se entiende el conjunto de
actividades y de empresas que, conforme a las distintas necesidades de la
Iglesia y a las circunstancias de los tiempos, se suscitan y se ordenan a
favorecer la unidad de los cristianos» (UR 4b). Tales son:
1.
Todos los intentos de eliminar palabras, juicios y actos que no sean conformes,
según justicia y verdad, a la condición de los hermanos separados, y que, por
tanto, pueden hacer más difíciles las mutuas relaciones en ellos.
2."El diálogo" entablado entre peritos y
técnicos en reuniones de cristianos de las diversas Iglesias o comunidades, y
celebradas en espíritu religioso. En este diálogo expone cada uno, por su
parte, con toda profundidad la doctrina de su comunión, presentado claramente
los caracteres de la misma.
3. Las diversas comuniones consiguen una más amplia
colaboración en todas las obligaciones exigidas por toda conciencia cristiana
en orden al bien común y, en cuanto es posible, participan en la oración
unánime.
4. Todos examinen su fidelidad a la voluntad de
Cristo con relación a la Iglesia y, como es debido, emprenden animosos la obra
de renovación y de reforma.
(cf. UR 4c).
Establecido lo qué es el ecumenismo pasemos a ver
cómo la liturgia ha abordado el tema en sus formularios eucológicos.
II. Celebración
Para orar por la unidad de los cristianos, el misal
romano de Pablo VI en su tercera edición, nos ofrece tres formularios completos
que comparten un mismo prefacio. Antes de entrar en particularidades,
comentemos algunas ideas generales. Son formularios de nueva creación, en líneas
generales, salvo algunos que son de larga tradición (ya se indicarán). Estos formularios
pueden ser usados incluso los domingos del tiempo ordinarios cuando hay algunas
celebración ecuménica, propiamente; y siguiendo las leyes generales para las
misas ad diversas. Estas misas, al
compartir un prefacio propio, como ya se dijo, pueden ser usadas con las
plegarias eucarísticas I, II o III. El color para estas misas puede ser blanco
o el propio del tiempo. Para un mejor tratamiento de los formularios hemos
intitulado los mismos más allá del A-B-C que trae el misal.
Formulario A: la
unidad, vocación última de la Iglesia
En la oración colecta A, Dios reúne a sus hijos
dispersos por el mundo y conserva a los que ya ha congregado mediante el
bautismo para que se mantengan íntegros en la fe y vivan el vínculo de la
caridad. En la colecta B Dios ama a los hombres y les da su espíritu para que
caminen en santidad, según la vocación a que han sido llamadas. El hombre, por
su parte, debe dar testimonio de la verdad y buscar los vínculos de paz y
unidad que aúnen a los creyentes. La oración sobre las ofrendas aborda los
sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía como aquellos que nos hacen hijo de
Dios por adopción y garantizan la paz y la unidad en la Iglesia. La oración de
pos-comunión está tomada del misal romano de 1570[1]. En
ella, se pone al Espíritu Santo como garantía de un mismo amor en el que vivan
los cristianos.
Los textos bíblicos seleccionados para este
formulario son: Jn 10, 14-15 para el introito, donde Cristo se presenta como el
único Pastor que quiere congregar al rebaño. Mientras que para la antífona de
comunión se ha propuesto 1Cor 10,17, donde la gran aspiración es que un día los
cristianos nos sentemos a compartir un único y mismo pan eucarístico.
Formulario B: la
fe en Cristo, garantía de la unidad
La oración colecta A indica que solo la confesión de
fe en Jesucristo ha conseguido deshacer las fronteras y barreras entre los
pueblos y las naciones, infundiendo en nosotros, los cristianos, el deseo de
hacer siempre lo que Dios manda, esto es, mantener una misma fe y un mismo
amor. La colecta B, tomada del misal romano de san Pio V[2],
indica que los corazones de los fieles deben estar unidos, primeramente en la
alabanza y la penitencia para lograr la perfecta comunión de la Iglesia. La
oración sobre las ofrendas, haciéndose eco de san Agustín en su In Iohannis Evangelium 26,13, recuerda
que la Eucaristía es sacramento de unidad y vínculo de caridad. La oración de
pos-comunión vuelve a poner de manifiesto que solo el Espíirtu Santo puede
contribuir a una unidad en el amor.
Los textos bíblicos propuestos en este formulario
son: para el introito, el salmo 105, 47
donde la súplica se concentra en hacer de la unidad un signo de credibilidad. Para
la antífona de comunión se ha seleccionado Col 3, 14-15 donde un segundo signo
de credibilidad es presentado: el amor y la paz de los cristianos.
Formulario C: un
Señor, una fa, un bautismo
En la colecta A se pide que el pueblo crezca en el
amor a la Verdad poniendo empeño en la práctica de la perfecta unidad. La colecta
B está estructurada en tres secciones: a) Dios: que manifiesta su
misericordia con nosotros y elimina las divisiones de los cristianos; b) Iglesia:
Dios la hace estandarte sobre las naciones; c) Mundo: debe creer en
Cristo, a través del testimonio de los cristianos. La oración sobre las
ofrendas aborda el sacramento del Bautismo como algo que garantiza el que
podamos recibir el resto de sacramentos el día de mañana. La oración de
pos-comunión recoge tres ideas fundamentales: la renovación de la Iglesia,
gloriarse del nombre de Cristo y servir a Dios en la unidad de la fe.
Los textos bíblicos seleccionados para este
formulario son: para el introito Ef 4, 4-6 recuerda la unidad del Bautismo y de
la fe en Jesucristo, único y mismo Señor. Par la antífona de comunión el formulario
propone Jn 17, 21-23 donde Jesús pone como modelo de unidad, la relación que Él
tiene con su Padre.
III. Vida
Analizados los diferentes formularios, podemos
extraer algunos puntos que nos ayuden a una mejor vivencia de la dimensión ecuménica
de la fe cristiana, pues no podemos olvidar que todos estamos involucrados en
esta tarea de la Iglesia:
a) Tiene su fundamento en el Bautismo: todos
los que nos confesamos cristianos compartimos un mismo bautismo con agua
natural y en el nombre de la Trinidad. A menos que haya alguna secta religiosa
extraña con un bautismo de forma inusual, todos los cristianos podemos estar
seguros de que el bautismo nos hace hijos de Dios y hermanos en Cristo. Por la
recepción de la gracia bautismal los cristianos podemos reconocernos
mutuamente, podemos sentirnos vinculados al mismo Jesucristo; pero,
lógicamente, esta unidad de fe no anula las diferencias dogmáticas entre las
diversas confesiones cristianas.
b) Ecumenismo de la caridad: en los diversos
formularios se deja sentir la influencia agustiniana en cuanto al empeño de la
Iglesia de hacernos ver la Eucaristía como signo de unidad y vínculo de caridad.
Quizá el mejor texto para entender esto sea recurrir al famoso texto de Didajé:
“Como este pan fue repartido sobre los montes, y, recogido, se hizo
uno, así sea recogida tu Iglesia desde los límites de la tierra en tu Reino
porque tuya es la gloria y el poder, por Jesucristo, en los siglos”. Así, la Eucaristía es signo de la unidad querida
y deseada por todos. Dogmáticamente hay diferencias en cuanto a la explicación
del milagro de la conversión eucarística (posiciones muy enfrentadas) pero en
lo que todos podemos coincidir es que en la celebración eucarística (divina
liturgia o santa cena) Jesús, el Señor, está ahí.
Pero a pesar de las divergencias dogmáticas, la
Eucaristía debe llevarnos a todos a un ecumenismo afectivo, de caridad y amor por los más pobres y
abandonados de nuestra sociedad. Porque no hay pobres católicos ni pobres
luteranos ni nada, los hermanos que reclaman nuestra asistencia y socorro son
pobres y abandonados de Dios. Dios es su padre, su socorro y su auxilio; y no su punto de diferenciación. Los cristianos,
siguiendo a Mt 25 estamos llamados a reconocer a nuestro Señor en cada pobre
que nos aborde.
c) Fieles cristianos unidos en la alabanza y la
oración: esto debe ser algo común y compartido por todos los que nos
gloriamos en el nombre de Cristo. Aprender a orar juntos y buscar espacios para
ello es fundamental. Para todos los cristianos ha sido dado el mandato de “orad
sin desfallecer” (cf. Lc 18) porque no sabemos el día y la hora en que vendrá
el Señor; y Él querrá encontrarnos así.
d) Ecumenismo de la sangre: es este el último
ecumenismo que se ha descubierto: rubricar con la propia sangre el testimonio fe y de amor a Dios, nuestro Señor. Es el
ecumenismo que viven los cristianos perseguidos por la tierra, especialmente,
ahora en China u Oriente medio o África. Los terroristas y asesinos no preguntan
ni de qué Iglesia son ni que les diferencia del resto. El único motivo para
matar será el que son cristianos, seguidores de Cristo y comparten los bienes y
la fe en el Único Dios verdadero.
Así, queridos lectores, es importante que creemos
conciencia ecuménica para orar en favor de este propósito. Muy difícil y lejano
en el tiempo será una unión en la teología dogmática, esto es una verdad
efectiva; sin embargo, podemos entendernos en el cariño y amor mutuo que nos
mandó el Señor tenernos, verdad afectiva. Solo abandonando prejuicios, que no
verdades, y despojándonos de recelos pasados podremos avanzar por la senda del
ecumenismo, del encuentro y del ser Iglesia.
Dios te bendiga
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