HOMILIA DEL V DOMINGO DEL TIEMPO
ORDINARIO
Queridos hermanos en el
Señor:
Si el domingo pasado, la autoridad de Jesús era el objeto
de atención por parte de los presentes en la sinagoga de Cafarnaún; hoy,
progresivamente, observamos que la autoridad de Cristo se va convirtiendo en
una fama muy extendida hasta el punto de no tener tiempo para otra cosa que
para enseñar, curar enfermos y expulsar demonios.
El evangelio de hoy nos ofrece tres escenas llenas de
significado: 1) la curación de la suegra de Pedro; 2) La actividad milagrosa de
la tarde; 3) Cambio de lugar. Veamos cada uno de estos elementos por separado:
a)
Milagro de la curación de la suegra de Pedro: la escena nos sitúa en una
estancia de la casa de Pedro, en concreto, en la habitación de su suegra, donde
esta yace en la cama aquejada por la fiebre, inmóvil, incapaz de levantarse ni
hacer nada. La enfermedad la ha inutilizado. Experiencia de la propia vida es
la parálisis espiritual y física a que la enfermedad del pecado nos somete. Nos
sentimos a veces como Job en la primera lectura: contando los días, el tiempo
pasa muy lento, etc, nos sentimos agotados y sin ganas de seguir viviendo.
Jesús
se acerca a la cama donde está la madre de la esposa de Pedro, del mismo modo
que Jesús se acerca a tu cama, a tu vida, al lugar donde tu estas yaciendo y agonizando por los dolores de tu enfermedad
o tu pecado. Y se produce una secuencia verbal de extraordinario significado: “se
acercó”- “la cogió” – “la levantó”. Se acerca a la mujer, la coge de la mano,
para con su fuerza impulsarla y sacarla de la cama, la levanta de su
postración. También este Cristo hoy te toma de la mano y te levanta de tu
situación de pecado y dolor.
Mientras
tanto, como signo y testimonio de que la curación ha sido real es que ella se
puso a servirles. Y es que cuando uno ha sentido el amor curativo de Cristo no
puede hacer otra cosa que servirle, más amarle, entregarse a él.
b)
Milagros del atardecer: tras el breve reposo brindado por la suegra de
Pedro, Jesús re-inicia su actividad curando y exorcizando a tantos y tantos
como le traían. Los demonios le interpelaban pero él les prohibía hablar para
no descubrir su identidad porque el hombre debe esperar a tener un cuadro más
completo para entender la revelación plena del misterio de Cristo. Sin embargo,
ya estos milagros se presentan como signos que apuntan a su divinidad y a la
llegada del Reino a este mundo.
c)
Cambio de lugar: el cambio de escena viene precedido por una búsqueda de
la íntima comunión con Dios, por medio de la oración. Tras tomar fuerzas de
este diálogo con el Padre, Jesús no duda en ampliar su misión, de ahí que mande
poner rumbo a Galilea donde prosiguió con su predicación, sanación de enfermos
y exorcismo a los endemoniados.
Así
pues, tenemos tres escenarios pero una sola actividad: anunciar el Reino con
obras y milagros. Tres escenas y un solo mensaje: que Dios quiere pasar por tu
vida curando cada dolencia y expulsar a
esos pequeños demonio que no dejan de acecharnos para apartarnos de Dios.
Alabad,
pues, al Señor los que tenéis los corazones destrozados porque no abandona
nunca a sus hijos, ni quiere que ninguno se pierda. Ánimo, pues, queridos
hermanos, confiemos en nuestro Señor Jesucristo que nos toma y levanta; y démosle
gracias por tanto bien como nos ha hecho hasta el día de hoy. Que así sea.
Dios
te bendiga
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