II DOMINGO DE CUARESMA
MONICIÓN DE ENTRADA
Queridos hermanos:
Hoy toda la
liturgia está centrada en el rostro resplandeciente de Cristo, contemplado así
en la Transfiguración. En la Sagrada Escritura hay una insistencia en que
busquemos a Dios, con valentía y ánimo. El itinerario cuaresmal persigue este
fin: ver el rostro glorificado de Jesucristo en la mañana de la Resurrección. Pero
mientras llega ese día, Jesús nos lleva hoy al Tabor para anticipar su gloria.
La misa que celebramos es actualización, también, de ese misterio. Hoy nuestro
Tabor no es otro que el altar, donde Cristo, bajo los velos del pan y del vino,
vuelve a mostrar su gloria ante nuestros ojos. Contemplémosle desde la fe. [Al comenzar la celebración pongámonos en pie y unidos
al canto recibamos al sacerdote y los ministros].
MONICIÓN A LA LITURGIA DE LA PALABRA
La primera
y segunda lectura forman una unidad: el sacrificio exigido por Dios a Abrahán,
que culmina con el rescate de su hijo Isaac, se ve completada por la afirmación
de la Carta a los Hebreos “Dios no
perdonó a su propio Hijo”. La Iglesia en el salmo canta la voluntad del
hombre de querer vivir siempre en el país de la vida que nos garantiza el mismo
Jesucristo, a quien hoy, como los discípulos, también nosotros vislumbramos en
su gloria anticipada en la Transfiguración.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Al subir al monte Tabor para contemplar la gloria del Hijo
unigénito de Dios, hemos recibido el mandato de escucharlo. Así pues, abriendo
nuestros oídos a sus Palabras le invocamos con fe:
R/ Señor, escúchanos, Señor, óyenos.
1) Para que la
gracia de Dios brille las Iglesias desunidas y las transfigure. Oremos.
2) Para que no
cesemos de alimentar nuestro espíritu con la Palabra que sale de la boca de
Dios. Oremos.
3) Para que
busquemos contemplar un día la gloria del Resucitado. Oremos.
4) Para que
tendamos siempre hacia los bienes eternos. Oremos.
5) Para que la
gracia de Dios brille sobre nosotros y la Pascua nos transfigure. Oremos.
Padre de bondad, lleguen nuestras súplicas hacia ti por la
eterna intercesión de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
MONICIÓN FINAL
Hermanos, hoy hemos visto,
anticipadamente, la gloria de nuestro Señor a quien debemos amar y escuchar con
atención. Podéis ir en paz.
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