HOMILIA DEL III DOMINGO DE CUARESMA
Queridos hermanos en el Señor:
Nos
vamos acercando a la cumbre de la Pascua, y a falta de dos domingos para
concluir la preparación cuaresmal, vemos como la tensión va creciendo y la
violencia contra Jesús va arreciando hasta el conflicto personal y directo, como
vemos hoy en el Evangelio.
Jesús,
al llegar a Jerusalén, se topa con un espectáculo grotesco: un templo profanado
por lo más abyecto de la sociedad: una clase mercantil-capitalista que no tiene
pudor por comerciar dentro del templo, con las cosas sagradas y profanas (que
de todo había) sin tener en cuenta de que es el espacio donde vive Dios y donde
se le debe dar culto. Aquella situación no es muy distinta a la de nuestros
días, y no me refiero a la tentación, tan vieja como nueva, de comercializar
con lo sagrado; sino a la obsesión actual de pretender trabajar incluso los
domingos. Veamos que dice el Catecismo sobre la obligación del domingo y el
trabajo: «Durante el domingo y las otras fiestas de
precepto, los fieles se abstendrán de entregarse a trabajos o actividades que
impidan el culto debido a Dios, la alegría propia del día del Señor, la
práctica de las obras de misericordia, el descanso necesario del espíritu y del
cuerpo. Las necesidades familiares o una gran utilidad social constituyen
excusas legítimas respecto al precepto del descanso dominical. Los fieles deben
cuidar de que legítimas excusas no introduzcan hábitos perjudiciales a la
religión, a la vida de familia y a la salud» (CEC 2185).
Sin
embargo, hoy vemos como, bajo la excusa de la crisis, se pretende y se legisla
para hacer efectiva la llamada “liberación de los horarios” en que los propietarios
de comercios abren sábados por la tarde y domingos sin tener en cuenta las
obligaciones religiosas y familiares de sus empleados. Y al fin y al cabo, todo
esto revierte en más ganancia para los propietarios y, en el mejor de los
casos, un leve beneficio para el pingüe sueldo de los empleados.
En
la lectura del libro del Éxodo, se nos presentaban los diez mandamientos dados
por Dios a Moisés para todas las generaciones de cara a ser observados por todos
para llevar una vida santa y generar en nosotros una rectitud de conciencia y
de obra que nos lleve a profesar la verdadera fe y ejerce la caridad sincera.
Jesús, expulsando a los cambistas del Templo, pretende reestablecer la pureza
del culto de la verdadera religión, remitiendo a su Cuerpo la realidad del
Templo. ¿Por qué la nueva religión no necesitará ya el Templo de Salomón? Porque
el culto se realizará en otro Templo que es el Cuerpo de Cristo glorificado,
esto es, el Cristo total, cabeza y Cuerpo, su Iglesia, tal como recordó el
Concilio Vaticano II: «la Liturgia como
el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella los signos sensibles
significan y, cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre, y así
el Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el
culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser
obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada
por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la
iguala ninguna otra acción de la Iglesia» (SC 7b).
Así
pues, en este domingo de Cuaresma se nos invita a vivir nuestra fe cristiana
con la máxima pureza y fidelidad posible. Agradando a Dios por las buenas
obras, el cumplimiento de los mandamientos y la celebración de un culto unido
al de Jesucristo, en la Iglesia. Estos tres elementos: dogma, liturgia y moral
constituyen el trípode fundamental de la vida cristiana. Misterio, celebración
y vida, que tienen su equivalente, en el tradicional Ver, juzgar y actuar;
marcarán el camino a seguir de los cristianos del s. XXI para llegar a la meta
de la vida que no es otra que la eternidad, la entrada y el goce del verdadero
Templo, donde habita la Divinidad y la asamblea de los santos y redimidos.
Ánimo y buena Cuaresma.
Dios te
bendiga
Me ha sorprendido un poco esta parte “hoy vemos como, bajo la excusa de la crisis, se pretende y se legisla para hacer efectiva la llamada “liberación de los horarios” en que los propietarios de comercios abren sábados por la tarde y domingos sin tener en cuenta las obligaciones religiosas y familiares de sus empleados”
ResponderEliminar¿Es un comentario sobre la actualidad y realidad Española?
Si es así, no lo entiendo y creo que se puede cumplir con nuestras obligaciones religiosas aunque toque trabajar todo el fin de semana ... como me pasa a mi algunas veces. 😉 Un abrazo