SUBSIDIO LITÚRGICO PARA EL III DOMINGO DE CUARESMA
MONICIÓN DE ENTRADA
Hermanos en Cristo:
Como cada
domingo, los cristianos sentimos la premura de querer estar con Dios, de poder
gozar de su paz y de su amor. Sobre todo, en este tiempo penitencial de cuaresma,
el domingo nos da un respiro en medio del camino ascético. Hoy la liturgia nos
invita a contemplar a Cristo purificando el Templo profanado de su Padre, como
anuncio de la purificación de la Iglesia por medio de su muerte, resurrección y
envío del Espíritu Santo. Dispongamos nuestro corazón y nuestro espíritu para
vivir intensamente esta celebración eucarística. [Unidos
al canto, pongámonos de pie para recibir al sacerdote y sus ministros].
MONICIÓN A LA LITURGIA DE LA PALABRA
La ley dada
por Dios a Moisés es fuente de vida para los creyentes de todas las épocas. Los
diez mandamientos que hoy se ponen ante nuestros ojos constituyen la dulzura y
estabilidad de su Palabra, como así lo cantaremos en el salmo. Sin embargo, la
debilidad humana puede llegar a olvidar y corromper estos preciosos
mandamientos por eso en el Evangelio, el Señor se verá obligado a restaurar la
dignidad perdida expulsando a los cambistas del Templo.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Hermanos en el Señor, a Cristo crucificado, fuerza y sabiduría
de Dios, presentemos nuestras preces para que Él las presente a Dios, su Padre:
R/ Oh Señor, escucha y ten piedad.
1) Por la
Iglesia, para que viviendo los mandamientos se presente ante el mundo como
ejemplo de santidad. Oremos.
2) Por el Papa
Francisco y por nuestro obispo N., para que
guiados por el ejemplo y testimonio de Cristo y la luz del Espíritu Santo,
conduzcan al pueblo de Dios hacia la plena purificación por el misterio pascual
de Cristo. Oremos.
3) Por los que
sufren, víctimas de la injusticia, para que su grito de dolor sea atendido.
Oremos.
4) Por
nosotros, para que seamos levantados con tu misericordia cuando nos sentimos
abatidos por nuestra conciencia. Oremos
Tú, que quieres que todos los
hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, atiende las súplicas
de los hijos que te suplican. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
MONICIÓN FINAL
Queridos hermanos, como los apóstoles y discípulos demos fe a
la Escritura y a las palabras de Jesús. Podéis ir en paz.
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