MISA PARA PEDIR LA CASTIDAD
I.
Misterio
En
la III edición del misal romano ha aparecido, en las misas por diversas
necesidades, un formulario para la misa “Ad
postulandam continentiam” ¿Qué es esto? Una misa para pedir la continencia.
Alguno que otro ha dicho que “¿Por qué lo han puesto?”, “Ya estamos fijándonos
en lo mismo de siempre”. Los puritanos y escrupulosos de siempre, que no
quieren hablar de estas cosas bien porque es tema tabú para ellos o bien porque
lo tienen tan manido que ya ni se inmutan, han puesto el grito en el cielo pero
creo que debemos tener todos un debate y una reflexión serena y sin
apasionamientos.
Actualmente,
el consumo de pornografía en internet es el que, con diferencia, es más
elevado; la edad a la que comienza a consumirse la pornografía esta hoy a los
11 años, siendo la pornografía dura la que más se demanda.
Hoy abundan en los medios los casos de abusos sexuales,
siendo la pederastia el crimen más horrendo y nefando de cuantos se cometen en
este campo; y lamentándolo mucho, ha habido hermanos presbiterios que han caído
en esta lacra. Pero la pederastia no conoce límites; como obra del diablo,
siempre busca las formas más terroríficas de manifestarse: en la escuela, en la
propia familia, en los ambientes deportivos, etc.
Es raro el día en que no nos despertamos con la noticia
de algún caso de violación, de explotación de menores y turismo sexual con los
mismos. Cada vez vemos con más naturalidad y sin ningún tipo de criterio moral
las relaciones sexuales pre-matrimoniales, el reparto y fomento de
anticonceptivos entre menores.
Hoy
a los niños se les ha robado la inocencia de la infancia, la frescura de su
niñez. La ideología de género se extiende rampante por nuestras escuelas y
familias sin que nadie ose detenerla. Del mismo modo, el holocausto silencioso
del aborto aún no encuentra quien le ponga límite.
Pero
también es importante este formulario de misa para nosotros, los sacerdotes,
que estamos, también, expuestos a todas las inclemencias que esta cultura
pansexual nos ofrece. Cuántos hermanos han caído en estas sucias redes que no
hacen sino ir socavando el celo pastoral de los mismos y caer en la concepción
del sacerdocio como un “modus vivendi” y no como una verdadera vocación y un
medio de santificación.
Efectivamente,
en un mundo y en una sociedad pansexualizada,
donde desde distintos medios y situaciones no cesan de llegar mensajes con
contenido erótico, cuando no pornográfico; la Iglesia ve la necesidad de pedir
esta gracia del cielo, esta virtud olvidada y despreciada. Pero hagamos una
lectura desde los mismos textos.
II.
Celebración
La
misa 39, Para pedir la continencia, se nos presenta con un único
formulario tomado, en líneas generales del ya existente en el misal de 1962,
donde se halla la misa 26, del mismo nombre
“Para pedir la continencia”. La utilización de este formulario está sujeta a
las normas generales dadas para las misas ad
diversa. Pueden usarse los ornamentos de color blanco o del tiempo
litúrgico en que se empleé. Puede completarse con cualquiera de las plegarias
eucarísticas para las misas por diversas necesidades.
La
oración colecta está presente en el Missale
Romanum de 1570[1]
y en el Rituale Romanum de 1614[2] si
bien es verdad que la primera parte ha sido modificada. Esta oración indica
desde el inicio que la continencia es un fruto del Espíritu Santo. Y como
gracia especial de este afecta a todo el hombre en su unidad psicosomática, es
decir cuerpo y alma (corazón), esta oración hace concreta la acción del
Espíritu en ambas: para el cuerpo se pide la castidad y para el corazón la
pureza.
La
oración sobre las ofrendas es de nueva creación. La eucología de esta misa
muestra un sano realismo antropológico, es decir, se reconoce la posibilidad,
real, de que el hombre cae con frecuencia en el pecado contra la castidad, de
ahí que necesitemos constantemente la ayuda del perdón y de la misericordia de
Dios para levantarnos de las caídas y poder ofrecer constantemente el
sacrificio de alabanza. Consecuencia de ese perdón es la libertad y la pureza
del corazón. El perdón de Dios es un perdón liberador y restaurador del hombre.
La
oración pos-comunión está tomada también del formulario del Missale Romanum de 1570[3]
con modificaciones. Este texto pide que la comunión sacramental haga surgir en
nosotros el fruto demandado en la colecta, es decir, el vigor de la pureza y de
la nueva castidad.
No
tiene textos bíblicos propios para las antífonas.
III.
Vida
Una
serie de ideas atraviesan este formulario:
1.
La ayuda de la gracia del perdón y del
Espíritu Santo que lo posibilita y fructifica: no podemos olvidar que la
continencia es fruto del Espíritu Santo y que cada vez que se atenta contra
ella contamos con la misericordia divina que nos perdona y nos da un nuevo
impulso y un nuevo vigor para vivirla.
2.
La libertad humana: que siempre debe
estar asistida por la gracia ya que ésta consiste en elegir siempre el bien. La
continencia es signo de libertad humana en cuanto que supone el dominio de sí
mismo y la posibilidad de caminar en la virtud y en el verdadero amor.
3.
La castidad del cuerpo: san Pablo nos
recuerda que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo (cf. 1Cor 6, 19; 2Cor
6,16) y por ese motivo hemos de cuidar de él y respetarlo. 4. La pureza del corazón: esta idea se está
muy presente en la Escritura (Sal 50,4; Mt 5,8) y también en la liturgia
(oración secreta al purificar el cáliz “Haz,
Señor, que recibamos con un corazón limpio”).
Es un formulario, como dijimos anteriormente, de un
realismo craso. Bien sabe la Iglesia que el hombre se ve constantemente
asediado por las pulsiones sexuales y los estímulos que le invitan a desistir
de su empeño por mantenerse casto. Son muchos los modos y formas en que el
corazón se ve manchado por la sensualidad humana y comienza a debilitarse poco
a poco hasta caer en una espiritual de satisfacción cortoplacista, perdiendo
así su libertad y candidez. De ahí que el formulario de la misa apele desde el
comienzo al “fuego celestial del Espíritu
Santo” porque solo la gracia divina puede enderezar los corazones torcidos y
las mentes corruptas.
La
comunión recibida en la santa misa tiene como uno de sus frutos prevenir las
faltas contra la castidad y conservar la continencia, tal como lo dice una de
las oraciones de acción de gracias después de la misa atribuida a santo Tomás
de Aquino “Sit vitiorum meorum evacuatio,
concupiscentiæ et libidinis exterminatio, caritatis et patientiæ, humilitatis
et obedientiæ omniumque virtutem augmentatio” (sea evacuación de mis
vicios, fin de la concupiscencia y liviandad, y aumento de caridad, paciencia,
humildad, obediencia y de todas las virtudes).
Así
pues, es un acierto este formulario de misa para demandar la gracia de una
continencia perfecta, de una castidad angélica y de una pureza fresca y
vigorosa. Ojalá que acojamos con verdadero espíritu filial estos textos
litúrgicos y los hagamos vida en nosotros.
Dios
te bendiga
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