miércoles, 19 de abril de 2017

MISTAGOGIA DEL PREGÓN PASCUAL




Queridos lectores del blog “sanctasanctis”, en primer lugar permítanme, nuevamente, felicitarles las Pascuas de Resurrección de este año. Para ayudarles a vivir mejor estos acontecimientos que nos han hecho renacer a la vida nueva en Cristo, quisiera darles hoy unas breves pinceladas sobre la oración consecratoria del cirio Pascual, hagamos juntas una lectura mistagógica del texto del conocido “Pregón pascual” o “exultet”.

El lucernario de la noche de pascua ha sido el último rito en incorporarse a la vigilia pascual. En el s. III se incorpora la celebración del bautismo y a finales del s. IV la bendición del fuego y del cirio pascual, sobre todo en el norte de Italia. En Milán, se compone el llamado pregón pascual y pronto es llevado a Roma, al menos en el año 378 lo consigna san Jerónimo en una carta al diácono Presidius. De su presencia en Roma da testimonio el papa Zósimo entre los años 417-418, quien lo autoriza para ser cantado por los diáconos en las iglesias suburbicarias en la noche de pascua. Este texto lo encontramos en los sacramentarios gelasianos como el “Missale Gothicum”, “Missale  Galicanum vetus” y “Missale Bobbiense”.

Esta gran plegaria consecratoria de extraordinaria belleza y lirismo se divide en varias partes:

A) Prólogo

El pregón pascual se inicia con un prólogo exhortativo a toda la Iglesia de Dios a disponer los ánimos para recibir el anuncio de la noche pascual. Estas tres primeras estrofas presentan un esquema descendente: los ángeles-la tierra-la Iglesia. El anuncio va dirigido a la creación entera.

Los coros angélicos han de expresar su exultación con las trompetas ya que su voz debe ser melodiosa para Dios. Subyace, también aquí, la teología de las dos iglesias, la celeste o triunfante y la terrestre o militante. La celeste, representada por los ángeles y los ministerios angélicos, hacen resonar las moradas eternas con las trompetas; la terrestre, representada por la Iglesia, usa de las voces de los fieles para hacer resonar las paredes de los templos. Las trompetas en el cielo son lo que las voces de los fieles en la tierra.

B) Invitación

La asamblea es exhortada a invocar la luz santa de Dios, la misma que agrega al diácono al ministerio, es decir, la gracia del Espíritu; y esta luz se hace físicamente visible ante los fieles por medio del cirio. Así pues, la luz adquiere tres valencias: luz como divinidad, luz como gracia de estado y luz como cirio pascual. Es una verdadera obra de arquitectura literaria.

C) Cuerpo-anámnesis

El pregón presenta el sacrificio expiatorio de Cristo y el valor de su sacerdocio sumo y eterno. Frente a la deuda de Adán (antiguo pecado) está el valor de la sangre de Cristo. El pregón establece otra sección de tres estrofas, encabezadas por la frase “esta es la noche”. El texto pretende mostrar a los catecúmenos la importancia y significado de esta noche santa, adornada por tres prodigios: a) la salida de Egipto; b) el paso del mar rojo y c) la columna de fuego.

El pregón manifiesta que la resurrección de Cristo fue, es y será un misterio para siempre. Sólo la silenciosa noche fue testigo de aquel prodigio: “tiempo y hora” en que Jesús se levantó de entre los muertos. La anamnesis culmina con las consecuencias morales de la noche de Pascua, que son siete: 1. Ahuyenta los pecados; 2. Lava las culpas; 3. Devuelve la inocencia a los caídos; 4. (devuelve) La alegría a los tristes; 5. Expulsa el odio; 6. Trae la concordia; 7. Doblega a los poderosos.

D) Epíclesis-consagración

Tres datos nos indican que se trata de una verdadera consagración y no una simple bendición:

1) “acepta, Padre Santo”: el verbo latino es “suscipe”. Generalmente la liturgia usa esta forma verbal en imperativo, exhortando a Dios a que preste atención a una necesidad o a una súplica. En el pregón pascual, el verbo “suscipe” es la súplica de la Iglesia dirigida al Padre Santo para que acepte todo lo que se está realizando en el momento.

2) “sacrificio vespertino de alabanza”: estas palabras inspiradas en el salmo 140. Si en este texto el cirio es presentado como sacrificio vespertino, y este sacrificio vespertino no es otro que la muerte y resurrección del Señor; por medio del Espíritu Santo, el cirio es despojado de su significado, meramente natural o simbólico, y adquiere otro nuevo como Pascua del mismo Cristo: el cirio es la Pascua de Cristo, esto es, Cristo mismo. De ahí que podamos decir, con verdad, que el pregón pascual es una plegaria de consagración que supone una transignificación, no transubtanciación.

3) “la Santa Iglesia te ofrece”: es la Iglesia la que devuelve a Dios lo que Él mismo nos ha dado: a Cristo-cirio. Esta es la lógica de la consagración, devolver lo que Él nos ha donado, como lo expresamos en las oraciones de presentación de los dones “que recibimos de tu bondad…y ahora te presentamos”. Que esto sea un realización del culto público de la Iglesia nos lo confirma la afirmación “por medio de sus ministros”. De este modo, se constata que es la Iglesia misma la que ofrece el cirio al Padre: “la solemne ofrenda de este cirio”.

La referencia a la cera de las abejas pretende ser una señal de la dimensión cósmica de la Pascua. Comparado con otros textos del pregón en otras liturgias u otras versiones, vemos que es una alegoría del misterio de la concepción virginal de Jesucristo.

E) Aitesis

La súplica tiene por objeto la perennidad del cirio, esto es, a) que no se apague nunca la luz que Cristo nos ha dejado en su Pascua; b) que esta luz brille con las luminarias celestes. Dicho de otro modo, la intención es que Dios asocie la luz del cirio pascual a la luz de los astros creados por Él desde el principio de los tiempos para que el resplandor de esta llama pascual no se apague nunca. Mientras haya estrellas en el cielo que brillen en la noche, seguirá habiendo Pascua porque será la luz del cirio la que proporcione la luz de aquellas.

D) Doxología

La última parte de la composición, llamada doxología por su carácter glorificante, cierra la anáfora. El objeto de este párrafo es el “lucero matutino” que ha de encontrar encendido el cirio pascual. Al final del pregón, se nos descubre la gran verdad de la vida cristiana: Jesucristo es la luz que brilla en medio de la oscuridad de este mundo. Luz cuya intensidad no vacila, siempre está despejada. Es clara y distinta. Así es la luz pascual expresada en el cirio, una luz inmortal que se hará aún más plena cuando le veamos cara a cara en su reino eterno, por los siglos sin fin.

Lo dicho, ¡¡Feliz Pascua de Resurrección!!

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