MISA POR LOS FAMILIARES Y AMIGOS
I. Misterio
No hay cosa más hermosa en este
mundo que tener a gente a la que querer y que te quieran. Seguramente todos
tenemos bellos recuerdos de la infancia de cuando nos juntábamos los primos o salíamos
en pandilla de amigos y de las cosas que hacíamos en esas ocasiones. La Iglesia
nos ajena a estas realidades humanas y afectivas por ello no dudó en confeccionar
un formulario litúrgico para orar por los amigos y los familiares (primos,
abuelos, tíos, etc.) y pedir para ellos toda clase de gracias y bendiciones
divinas.
Cierto es que la familia es la
primera escuela de socialización y que en ella se aprenden los valores
fundamentales de la vida y a vivir las relaciones fundamentales que configuran
la existencia. Sí, todo eso es cierto. Pero también el ser humano recibe otros estímulos
en otros ámbitos de socialización como son la relación el resto de familiares y
de amigos. Es ahí donde la personalidad se va fraguando, donde aprendemos el
sentido de la lealtad y la confianza pero también las mayores y peores
frustraciones y decepciones en la vida. Sin embargo, esta escuela general de
socialización es necesaria para crecer como personas. Así pues, veamos como lo
ha entendido y vivido la liturgia convirtiéndolo en oración eficaz a Dios.
II. Celebración
El
formulario para la oración colecta y la oración sobre las ofrendas ha sido
tomada del misal anterior de la misa 30 “Por los amigos devotos” mientras que
la oración de pos comunión es de nueva creación. Esta misa se rige por las
normas generales para las misas “ad diversa” y puede ser completada con el uso
de la segunda plegaria eucarística para las misas por diversas necesidades. Los
ornamentos pueden ser o bien de color blanco o bien del color del tiempo
litúrgico en que se celebre.
La
oración colecta, tomada del misal romano de 1570[1], teniendo
en cuenta que el objeto de la intención son los familiares y amigos, sitúa en
la virtud de la caridad la fuente de la familiaridad y la amistad de estos para
con nosotros. Para ellos, pues, pedimos la clemencia divina, la salud integral
de sus personas, el don del amor a Dios y la voluntad de agradar a Dios.
La
oración sobre las ofrendas, también tomada del misal romano de 1570[2],
deja claro que es por ellos (familiares y amigos) por quienes se ofrece el “sacrificium laudis (= sacrificio de
alabanza)” para que revierta sobre ellos en forma de bendición temporal y
eterna.
La
oración de pos comunión, de nueva creación, contiene una frase de gran calado
espiritual y teológico “a quienes
concediste que nos amaran” lo que supone, retomando la línea argumental de
la oración colecta, que también, el que tengamos gente que nos quiera y se
preocupe por nosotros es obra providencial de Dios, quien pone el amor y el
afecto en los corazones de las personas. Pues bien, para ellas, la oración
pide: 1. El perdón de los pecados, 2. El consuelo en la vida, 3. El amparo
constante de Dios, 4. Que sirvan a Dios de corazón y 5. Gocen de Dios en la
eternidad.
Los
textos bíblicos asignados para esta misa son: el Sal 121, 6.8 para la antífona
de entrada. Aquí se recoge la constante oración, atestiguada por la Escritura,
de orar por los familiares y amigos. Para la antífona de comunión se ha tomado
Mt 12, 50 donde se trasciende de los familiares de la tierra a la verdadera
familia de los santos del cielo en comunión con Jesucristo.
III. Vida
Tras el estudio del formulario
litúrgico veamos detenidamente cuántas son, en conjunto, las gracias que se han
pedido para nuestros seres queridos, familiares y amigos:
1. La clemencia divina: esto es, que Dios
mire con bondad a esas persona y atienda siempre sus súplicas.
2. La salud del alma y del cuerpo: es decir,
la integridad de la persona. Que las personas sean fuertes en su cuerpo físico
evitando toda enfermedad y también se vean libres de pecado, enfermedad del
alma.
3. La bendición divina: para que sobre
nuestros seres queridos se vuelquen todos los favores divinos. Que sean
santificados en sus días de vida.
4. El perdón de los pecados: ejercicio de la
misericordia de Dios para con aquellos que quieren cambiar de vida y se
encuentran en las redes del pecado.
5. El consuelo en la vida: pues en este “valle
de lágrimas” el hombre está sólo y únicamente en Dios puede poner su esperanza
para hallar solaz y ventura en la fatiga de la peregrinación diaria.
6. El amparo constante: para sentir siempre
la protección divina ante las vicisitudes de la vida y las asechanzas del
demonio.
7. Servir a Dios: el más alto honor que un
hombre y una mujer puede tener en la vida es prestar un servicio, por pequeño
que sea, a Dios, esto es, trabajar para su honra y su gloria; y para que el
mundo conozca su amor y su bondad.
8. La gloria eterna: fin de la peregrinación
humana. Lo más alto y valioso que podemos pedir y a lo que podemos aspirar. Estar
con Dios definitivamente y sin querer otra cosa distinta.
Vemos, pues, que el misal nos regala
un espléndido formulario de oraciones para poder rezar por esas personas que
tienen un puesto singular en nuestro corazón y en nuestra vida. Este formulario
nos presenta una síntesis perfecta de qué hemos de pedir, porque cuántas veces
nos quedamos en una oración de pequeñas cosas o de cosas triviales; pedir por
cosas del aquí y ahora, sin más perspectivas ni altas metas. Pues ojalá que
aprovechemos estas palabras de la oración pública de la Iglesia para nuestra
oración personal.
Dios te bendiga
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