MISA PARA DAR GRACIAS A DIOS
I. Misterio
Al igual que en la oración de petición, todo
acontecimiento y toda necesidad pueden convertirse en ofrenda de acción de
gracias. El formulario de hoy viene a ser como la otra cara del anterior (en
cualquier necesidad) pues tras los favores recibidos de Dios conviene, siempre,
dar gracias por su providencia para con nosotros. Un refrán muy castizo dice “de
bien nacidos es ser agradecidos”. Pues bien, seamos bien nacidos y agradezcamos
siempre a Dios tanto bien como nos hace. El Catecismo de la Iglesia afirma que «la acción de gracias caracteriza la oración
de la Iglesia que, al celebrar la Eucaristía, manifiesta y se convierte cada
vez más en lo que ella es» (2637). En efecto, la acción de gracias de los
miembros de la Iglesia participa de la de su Cabeza, Jesucristo.
II. Celebración
El formulario que aquí analizaremos
ofrece dos variaciones para dar gracias a Dios las cuales hemos titulado
personalmente de manera que se recogiera la esencia del conjunto de las
oraciones. Esta misa está sujeta a las normas generales para las misas por
diversas necesidades. Estos formularios pueden completarse bien con el prefacio
común IV y las plegarias eucarísticas I, II o III; o bien con la segunda
plegaria eucarística para las misas “ad diversa”. Pueden usarse ornamentos
blancos o del color propio del tiempo litúrgico en que se empleé.
Formulario
A: Para dar gracias tras el peligro pasado
La oración colecta refleja una situación pasada de
carácter negativo sobre la que ha intervenido la divina providencia y por ello
ahora se da gracias esperando vivir con alegría de aquí en adelante.
La oración sobre las ofrendas considera la santa
misa en su dimensión de “acción de gracias” por la bondadosa intervención de
Dios, que no es otra cosa que actualización y continuación del sacrificio
redentor de Jesucristo, quien ha sido entregado por el Padre para salvación del
mundo (cf. Jn 3, 14-16).
La oración para después de la comunión denomina a la
Eucaristía como pan de vida que encierra dos propiedades fundamentales:
robustecer el alma y librarnos del pecado. La Eucaristía es prenda de la gloria
futura que esperamos obtener ya que en esta vida hemos experimentado las
pruebas de su amor.
Los textos bíblicos seleccionados para este
formulario son: para la antífona de entrada
Ef 5, 19.20 donde san Pablo nos invita a expresar nuestra acción de
gracias recurriendo a la oración, al canto y a la alabanza. Para la antífona de
comunión, se han asignado dos textos: 1) Sal 137,1: damos gracias a Dios porque
ha atendido nuestros ruegos; 2) Sal 115, 12-13: la mejor acción de gracias es
la celebración de la santa misa donde ofrecemos a Dios Padre el Cuerpo y la
Sangre de Jesucristo.
Formulario
B: Dar gracias a Dios por los beneficios recibidos
La oración colecta es una síntesis
perfecta del Dios bueno y providente, dispensador de los dones y en quien
vivimos, nos movemos y existimos (cf. Hch 17, 28). Como padre providente no
cesa de bendecirnos con los beneficios de su amor. Así, la respuesta del hombre
debe ser la de amarle generosamente (cf. Dt 6, 4-9).
La oración sobre las ofrendas nos
recuerda que esos beneficios que Dios nos concede son fruto de su generosidad
que obtenemos sin merecerlo. La Eucaristía nos ayuda a reconocerlo y dar gloria
a Dios por ello.
La oración para después de la
comunión denomina a la Eucaristía como alimento espiritual y sacramento
salvador. La acción de gracias nos invita a pedir y esperar más beneficios de
Dios esperando la gran bendición de la vida eterna.
No tiene textos bíblicos asignados por lo que se
puede usar las antífonas del formulario A.
III. Vida
El
doble formulario que hemos analizado anteriormente nos ofrece una serie de
oraciones que nos invitan a la acción de gracias. Seguramente muchos de
nosotros tenemos más de un motivo por el que dar gracias a Dios: un
alumbramiento, un nuevo trabajo, curarse de una enfermedad, aprobar un curso,
etc. La alegría y el júbilo forman parte de la vida aunque, curiosamente,
lleguen tras un esfuerzo, una serie de pruebas, o después de mucho tiempo. Pero
lo cierto es que, junto al dolor y la amargura, conforman la existencia humana,
están presentes y suponen un momento de solaz y de paz para la vida de una
persona que conoce más tristeza que dicha.
La palabra “Eucharistia” significa “acción de gracias”. Efectivamente, el
centro y corazón, la fuente y el culmen del culto litúrgico cristiano, no es
otra cosa que ofrecer a Cristo mismo al Padre como sacrificio de acción de
gracias recordando los acontecimientos del pasado. Los cristianos, pues, somos
hombres y mujeres agradecidos; convocados por el Padre eterno para una continua
eucaristía en cada momento de la vida.
Pero solo se puede ser agradecidos
en la medida que tengamos una clara memoria del pasado, del conjunto que nos
ofrece la historia y la cultura que nuestros antepasados fueron gestando y que
nuestros padres nos han legado. En la vida espiritual de la fe, la “gratiarum actio (= acción de gracias)”
depende del memorial, el recuerdo actualizante de las “verba gestaque (=palabras y acciones)” que Dios ha hecho, en favor
nuestro, a lo largo de la historia de la humanidad, y esto es a lo que llamamos
“historia salutis (= historia de la
salvación)”. Por eso, solo haciendo memoria de ellos podemos dar gracias a Dios
por Jesucristo, su enviado, a quien ofrecemos como sacrificio agradable para
alabanza y gloria del Padre, bien de la Iglesia y salvación del género humano.
La oración de acción de gracias, por
tanto, no será otra cosa que una oración eucarística, esto es, pasar la vida
dando gracias al Señor nuestro Dios ya que es lo justo y necesario que hemos de
hacer respecto de nuestro Dios. Así, en conclusión, no habrá mejor oración de
acción de gracias que la celebración de la santa misa, que es, en sí misma,
acción de gracias. Por tanto, no serán sino duplicaciones y cosas absurdas,
cualquiera de las llamadas “oración de acción de gracias”[1] al
final de la misa. Ojalá que, como
cristianos, sigamos siendo siempre personas agradecidas a Dios en cada
circunstancia y en todo tiempo.
Dios te bendiga
P.D. ¡¡Feliz Verano!!
[1] Me refiero, aquí, a las
insufribles parrafadas que se leen al final de las misas de colegios, en
festividades por causas concretas, funerales, matrimonios,, etc.
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