Entremos con espíritu nuevo en la liturgia que se nos
da como regalo en este domingo V del tiempo ordinario (tempus per annum).
Antífona de entrada
«Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor,
creador nuestro. Porque él es nuestro Dios». Tomada del salmo 94
versículos del 6 al 7, esta antífona es una invitación a no quedarse fuera de
la celebración, a poner todo nuestro empeño en vivir la santa misa participando
activa, consciente y piadosamente. Para ello, debemos reconocer dónde estamos y
ante quién estamos.
Oración colecta
«Vela, Señor, con amor continuo sobre tu
familia; protégela y defiéndela siempre, ya que sólo en ti ha
puesto su esperanza. Por nuestro Señor Jesucristo».
Tomada del sacramentario gregoriano y presente en el misal romano de 1570 en el domingo V post Epiphaniam. Por el tono que inspiran estas líneas podemos decir que el origen de esta
oración fuera un momento de inestabilidad o desorden social y eclesial. Los
verbos “velar”, “proteger” y “defender” denotan la necesidad de acudir a Dios
en situaciones difíciles que, a veces, escapan a nuestro control. Como
consecuencia de esto, el orante siente como único refugio ante la calamidad al
mismo Dios, en quien ha puesto toda su esperanza y confianza.
Oración sobre las ofrendas
«Señor, Dios nuestro, que has creado este pan y este
vino para reparar nuestras fuerzas, concédenos que sean también para
nosotros sacramento de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor».
Ha sido tomada y reformada del sacramentario Veronense, gelasiano antiguo y gregoriano. También presente en el misal romano de 1570 en el domingo V post Epiphaniam. Esta oración está en la misma página que la colecta anterior y pertenece al
mismo formulario, que se ha mantenido inalterado desde el origen. Prueba de
ello es que se mantiene el tono dramático de la anterior: frente al peligro que
acecha, solo podemos obtener fuerzas y valor cuando nos alimentamos del pan y
el vino eucarísticos. En el duro camino de la vida estos dones santos nos
pondrán en pistas a la vida eterna.
Antífonas de comunión
«Dad gracias al Señor por su misericordia, por las
maravillas que hace con los hombres. Calmó el ansia de los sedientos y a los hambrientos
los colmó de bienes». Tomada del salmo 106 versículos del 8 al 9, en
el momento de la comunión, estos versos nos ponen ante el misterio del pan que
da vida al mundo y que es capaz de saciar la verdadera hambre. Pues el mismo
Señor dice que quien coma del pan de su
cuerpo no tendrá más hambre (cf. Jn 6,35).
«Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán
saciados». Expresión que encontramos en el Evangelio de Mateo
capítulo 5 versículos del 5 al 6. Se enmarca en la misma línea que la antífona
anterior: Cristo ha venido al mundo y viene en cada Eucaristía para ser comido
por los pecadores que buscan el consuelo de la misericordia divina. La santa
comunión es el banquete de los desheredados de la tierra y de aquellos que no
hallan justicia en este mundo sino solo el desprecio y el olvido de los
poderosos.
Oración de pos comunión
«Oh Dios, que has querido hacernos partícipes de un
mismo pan y de un mismo cáliz, concédenos vivir tan unidos en
Cristo, que fructifiquemos con gozo para la salvación del
mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor». Esta oración nueva del
misal, sin precedente anterior, sigue la misma línea temática que la colecta y
la pos comunión: si al principio invocábamos al Señor como nuestra única
esperanza, ahora se concreta mucha más al saber que solo podemos pasar los
momentos amargos de la vida unidos a Cristo, vid verdadera; y que solo por
medio de esa unión daremos frutos de vida cristiana (cf. Jn 15, 5).
Visión de conjunto
La
experiencia del miedo es connatural al ser humano. Hay situaciones en la vida
que generan en nosotros una extraña sensación de desconfianza, de sospecha, de
incertidumbre. Hay, por otra parte, situaciones límites donde el sistema de
valores en que hemos montado nuestra vida se tambalea hasta caerse o
invertirse. En definitiva, no todo en la vida es de color de rosas: el mal, la
enfermedad o la muerte pueden truncar las esperanzas humanas y poner en jaque
hasta la misma fe.
Pero
como cristianos ¿qué debemos hacer? ¿Cómo lo podemos afrontar? Ante todo mucha
confianza en Dios mismo. Él es padre y providente. Vela y guarda con amor a
cada uno de sus hijos. Sabe lo que nos conviene en cada momento y todo cuanto
pueda sucedernos o afectarnos ya lo tiene previsto. De aquí surge
espontáneamente una actitud de confianza y abandono en su poder y su
misericordia.
La
providencia divina no es solo una expresión piadosa para consolar nuestra
miseria, la providencia divina es, ante todo, una realidad espiritual muy
presente en la vida del cristiano. Nada ocurre por casualidad ni por azar ni
por arte de birlibirloque sino que todo cuanto sucede responde al designio
misterioso de Dios bien por acción o bien por consentimiento. Dios puede
intervenir directamente en algo para otorgar un don del mismo modo que puede
consentir el mal para sacar de ello un bien. La providencia, pues, será esa
acción de Dios que misteriosamente va procurando los caminos de nuestra vida
para hacerlos confluir en el mayor bien posible: la salvación.
Por eso
las oraciones de este domingo hablan de la acción paternal y amorosa de
Dios. El Señor vela con amor continuo sobre nosotros, no cesa de protegernos y
defendernos en los peligros que acechan nuestra alma. Como muestra de esta
protección constante cada día se da en alimento reparador de fuerzas en la
Eucaristía. De este modo, al hombre solo le resta poner su esperanza en Él. Nuestra
salvación está en sus manos (cf. Gn 47,25); nuestra esperanza está puesto solo
en Cristo, único salvador del hombre.
Por
tanto ¿Has sentido miedo alguna vez? ¿Sientes que Dios camina contigo? ¿Dónde
tienes puesta tu esperanza, tu felicidad, tu vida, tu salvación? ¿Qué te impide
confiar del todo en Dios?
Para
este domingo, como ejercicio espiritual, escribe una breve oración expresando
tu confianza en Dios. Si quieres la puedes enviar por privado a este correo: pacocatolico@hotmail.com
Dios te bendiga
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