viernes, 3 de febrero de 2017

DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO





Entremos con espíritu nuevo en la liturgia que se nos da como regalo en este domingo V del tiempo ordinario (tempus per annum).


Antífona de entrada
«Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios». Tomada del salmo 94 versículos del 6 al 7, esta antífona es una invitación a no quedarse fuera de la celebración, a poner todo nuestro empeño en vivir la santa misa participando activa, consciente y piadosamente. Para ello, debemos reconocer dónde estamos y ante quién estamos.

Oración colecta
             «Vela, Señor, con amor continuo sobre tu familia; protégela y defiéndela siempre, ya que sólo en ti ha puesto su esperanza. Por nuestro Señor Jesucristo». Tomada del sacramentario gregoriano y presente en el misal romano de 1570 en el domingo V post Epiphaniam. Por el tono que inspiran estas líneas podemos decir que el origen de esta oración fuera un momento de inestabilidad o desorden social y eclesial. Los verbos “velar”, “proteger” y “defender” denotan la necesidad de acudir a Dios en situaciones difíciles que, a veces, escapan a nuestro control. Como consecuencia de esto, el orante siente como único refugio ante la calamidad al mismo Dios, en quien ha puesto toda su esperanza y confianza.

Oración sobre las ofrendas
             «Señor, Dios nuestro, que has creado este pan y este vino para reparar nuestras fuerzas, concédenos que sean también para nosotros sacramento de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor». Ha sido tomada y reformada del sacramentario Veronense, gelasiano antiguo y gregoriano. También presente en el misal romano de 1570 en el domingo V post Epiphaniam. Esta oración está en la misma página que la colecta anterior y pertenece al mismo formulario, que se ha mantenido inalterado desde el origen. Prueba de ello es que se mantiene el tono dramático de la anterior: frente al peligro que acecha, solo podemos obtener fuerzas y valor cuando nos alimentamos del pan y el vino eucarísticos. En el duro camino de la vida estos dones santos nos pondrán en pistas a la vida eterna.

Antífonas de comunión
             «Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Calmó el ansia de los sedientos y a los hambrientos los colmó de bienes». Tomada del salmo 106 versículos del 8 al 9, en el momento de la comunión, estos versos nos ponen ante el misterio del pan que da vida al mundo y que es capaz de saciar la verdadera hambre. Pues el mismo Señor dice  que quien coma del pan de su cuerpo no tendrá más hambre (cf. Jn 6,35).

«Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados». Expresión que encontramos en el Evangelio de Mateo capítulo 5 versículos del 5 al 6. Se enmarca en la misma línea que la antífona anterior: Cristo ha venido al mundo y viene en cada Eucaristía para ser comido por los pecadores que buscan el consuelo de la misericordia divina. La santa comunión es el banquete de los desheredados de la tierra y de aquellos que no hallan justicia en este mundo sino solo el desprecio y el olvido de los poderosos.

Oración de pos comunión
           «Oh Dios, que has querido hacernos partícipes de un mismo pan y de un mismo cáliz, concédenos vivir tan unidos en Cristo, que fructifiquemos con gozo para la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor». Esta oración nueva del misal, sin precedente anterior, sigue la misma línea temática que la colecta y la pos comunión: si al principio invocábamos al Señor como nuestra única esperanza, ahora se concreta mucha más al saber que solo podemos pasar los momentos amargos de la vida unidos a Cristo, vid verdadera; y que solo por medio de esa unión daremos frutos de vida cristiana (cf. Jn 15, 5).

Visión de conjunto
            La experiencia del miedo es connatural al ser humano. Hay situaciones en la vida que generan en nosotros una extraña sensación de desconfianza, de sospecha, de incertidumbre. Hay, por otra parte, situaciones límites donde el sistema de valores en que hemos montado nuestra vida se tambalea hasta caerse o invertirse. En definitiva, no todo en la vida es de color de rosas: el mal, la enfermedad o la muerte pueden truncar las esperanzas humanas y poner en jaque hasta la misma fe.

            Pero como cristianos ¿qué debemos hacer? ¿Cómo lo podemos afrontar? Ante todo mucha confianza en Dios mismo. Él es padre y providente. Vela y guarda con amor a cada uno de sus hijos. Sabe lo que nos conviene en cada momento y todo cuanto pueda sucedernos o afectarnos ya lo tiene previsto. De aquí surge espontáneamente una actitud de confianza y abandono en su poder y su misericordia.
            La providencia divina no es solo una expresión piadosa para consolar nuestra miseria, la providencia divina es, ante todo, una realidad espiritual muy presente en la vida del cristiano. Nada ocurre por casualidad ni por azar ni por arte de birlibirloque sino que todo cuanto sucede responde al designio misterioso de Dios bien por acción o bien por consentimiento. Dios puede intervenir directamente en algo para otorgar un don del mismo modo que puede consentir el mal para sacar de ello un bien. La providencia, pues, será esa acción de Dios que misteriosamente va procurando los caminos de nuestra vida para hacerlos confluir en el mayor bien posible: la salvación.
            Por eso las oraciones de este domingo hablan de la acción paternal y amorosa de Dios. El Señor vela con amor continuo sobre nosotros, no cesa de protegernos y defendernos en los peligros que acechan nuestra alma. Como muestra de esta protección constante cada día se da en alimento reparador de fuerzas en la Eucaristía. De este modo, al hombre solo le resta poner su esperanza en Él. Nuestra salvación está en sus manos (cf. Gn 47,25); nuestra esperanza está puesto solo en Cristo, único salvador del hombre.

            Por tanto ¿Has sentido miedo alguna vez? ¿Sientes que Dios camina contigo? ¿Dónde tienes puesta tu esperanza, tu felicidad, tu vida, tu salvación? ¿Qué te impide confiar del todo en Dios?
            Para este domingo, como ejercicio espiritual, escribe una breve oración expresando tu confianza en Dios. Si quieres la puedes enviar por privado a este correo:

                                                            pacocatolico@hotmail.com

Dios te bendiga





















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