El miércoles pasado, con el tradicional rito de las
cenizas, dábamos comienzo al tiempo de Cuaresma, esto es, cuarenta días para
prepararnos espiritualmente para la Pascua, la gran fiesta de los cristianos. Veamos
que líneas teológicas y espirituales nos brinda la liturgia de este primer
domingo.
Antífona de entrada
«Me invocará y lo escucharé; lo defenderé, lo
glorificaré, lo saciaré de largos días» tomada del salmo 90 versículos 15
al 16. Esta sección del salmo es una respuesta de Dios al anhelo de protección
del hombre indefenso. Al inicio de la Cuaresma invocamos al Señor sabiendo que
en medio de nuestras dificultades y pecados Él nos escuchará. Esto inspira una
gran confianza al sabernos defendidos por Dios en el combate espiritual al que
nos pertrechamos con las penitencias, ayunos y privaciones voluntarias. Pues solo
ayunando y absteniéndonos de carne en estos días seremos saciados del verdadero
alimento que viene de Dios, esto es, su Palabra.
Oración colecta
«Dios todopoderoso, por medio de las
prácticas anuales del sacramento cuaresmal concédenos progresar en el
conocimiento del misterio de Cristo, y conseguir sus frutos con una conducta
digna. Por nuestro Señor Jesucristo». Su antecedente lo encontramos en el
sacramentario gelasiano antiguo (s. VIII). La cuaresma es llamada “sacramento cuaresmal” dado que este
tiempo esta jalonado de prácticas y ritos sacramentales que forman un conjunto
y nos preparan para recibir el gran sacramento por excelencia que es la Pascua
de la Resurrección de Cristo.
La
gracia que se demanda es doble: por un lado, “progresar en el conocimiento del misterio de Cristo” y por otro, “conseguir sus frutos (del misterio de Cristo)”
para ello será necesario mantener y practicar una “conducta digna” del cristiano por medio de las prácticas que la
cuaresma conlleva,
Oración sobre las
ofrendas
«Haz, Señor, que nuestra vida responda a
estos dones que van a ser ofrecidos y en los que celebramos el comienzo de un
mismo sacramento admirable». Esta oración la hallamos en el sacramentario
gregoriano de Adriano (ss. VIII-IX) y se mantuvo en el misal romano de 1570,
también en el del beato Pablo VI. El texto es una llamada de atención a vivir
en coherencia con lo que ofrecemos en el altar.
La
pureza del culto, que no ritualismo vacío, significa llevar una vida santa, es
decir, una vida marcada por la fe, la esperanza y la caridad. El pasaje
evangélico de Mt 5, 23-24 es la pauta a seguir: la ofrenda al Señor es
incompatible con la rivalidad hacia el prójimo. Se hará necesario revisar
nuestra vida y nuestras conductas para que no desdigan de aquello que ponemos
sobre el altar.
Antífonas de comunión
«No solo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4,4). Como eco del evangelio que
acabamos de escuchar en esta celebración, se nos invita a reconocer en la
sagrada Hostia, al verdadero pan que baja del cielo y es alimento salido de la
boca de Dios. Es una confesión de fe: Cristo, palabra de Dios, es el que es en
la sagrada forma, el que está en la Hostia santa. Como así lo creemos podemos
comerlo y nutrirnos de Él.
«El Señor te cubrirá con sus plumas, bajo sus
alas te refugiarás» (cf. Sal 90, 4). Con estas palabras pretendía el
demonio engañar a Jesús para que se tirara del alero del templo. En este
momento de la celebración, estas palabras son una verdad espiritual
irrefutable; pues el fiel, al comulgar, se hace uno con el Señor viéndose así,
protegido por las alas del águila grande (cf. Ap 12, 14).
Oración de pos comunión
«Después de recibir el pan del cielo que
alimenta la fe, consolida la esperanza y fortalece el amor, te rogamos, Señor,
que nos hagas sentir hambre de Cristo, pan vivo y verdadero, y nos enseñes a
vivir constantemente de toda palabra que sale de tu boca. Por Jesucristo,
nuestro Señor». De nueva incorporación, sin antecedentes en los
sacramentarios antiguos romanos.
Dos
ideas confeccionan esta oración: 1. Los frutos espirituales de la comunión
en orden a las virtudes teologales: “alimenta
la fe”, “consolida la esperanza”,
“fortalece el amor”; y 2. La relación
pan-hambre formando un campo semántico: el hambre de Cristo solo se sacia alimentándose
del pan del cielo, que es el mismo Cristo, palabra definitiva de Dios, pan vivo
y verdadero. Es desarrollo de la primera antífona de comunión (cf. Mt 4,4)
Oración de bendición
sobre el pueblo
«Te pedimos, Señor, que descienda sobre tu
pueblo la bendición copiosa, para que la esperanza brote en la tribulación, la
virtud se afiance en la dificultad y se obtenga la redención eterna. Por
Jesucristo, nuestro Señor». Sustancialmente se halla en el sacramentario
gelasiano antiguo pero ha sido modificada en el de Pablo VI. Es una bendición para
los momentos de tribulación y dificultad de la vida, que son bastantes.
Visión de conjunto
Cuando uno se dispone a realizar un viaje ya sea de
turismo, ya sea de negocios, ya sea de peregrinación religiosa; pasa los días previos
haciendo acopio de todo aquello que le va a ser útil y necesario para
emprenderlo. Del mismo modo, cuando los cristianos nos disponemos a encaminar
la peregrinación espiritual anual de la santa cuaresma este primer domingo nos
saca al desierto y nos pone ante el aviso más importante: “el demonio te va a
tentar”. Ésta será la mayor dificultad con que nos vamos a topar: con los
ataques e insidias del diablo.
Para ello, la liturgia de este primer domingo nos ofrece
un lenitivo ante los dolores espirituales que nos sean provocados: la gracia de
Dios. Ésta no es un agua que cae del cielo sin más, sino que nos llega a través
de un canal ordinario al que llamaremos sacramento. De ahí que este tiempo haya
sido llamado en la oración colecta “sacramento cuaresmal”.
Son cuarenta días jalonados por una serie de prácticas
cuaresmales que hemos de poner en juego para que sirviendo al Señor con pureza
de corazón y rectitud de intención podamos progresar en el conocimiento de
Cristo, palabra definitiva salida de la boca de Dios, que llegando a nosotros
como pan celestial vivo y verdadero, viene a: 1. Alimentar la fe, que puede
verse zozobrar en los momentos de dificultad. Allí o se aquilata o se pierde;
2. Consolidar la esperanza, que es la que mantiene en pie al cristiano en los
momentos de tribulación; y 3. Fortalecer el amor que, como dice san Pablo, es
lo único que permanece eternamente.
Queridos lectores, la cuaresma es tiempo favorable, es
tiempo de salvación. Son cuarenta días con cuarenta oportunidades para el
cambio, para volver a Dios, para hacer opciones definitivas, para
reconciliarnos con Dios y con los hermanos, para perdonar las deudas y ofensas.
¿Seremos capaces? ¿Estaremos dispuestos? Dios estará siempre de nuestro lado.
Feliz y santa Cuaresma 2017
Dios
te bendiga
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