Antífona de entrada
«Piedad de mí, Señor, que a ti te estoy
llamando todo el día, porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en
misericordia con los que te invocan». Salmo 85, versículos del 3 al 5.
Invocar al Señor debe ser una constante en la vida cristiana. Es un acto de fe
importante y ¿dónde mejor invocarle que en la santa misa? Pues, efectivamente,
a ello nos invita esta antífona de entrada: a entrar decididos en la presencia
insondable de aquel que es bueno y
clemente y rico en misericordia.
Oración colecta
«Dios todopoderoso, que posees toda
perfección, infunde en nuestros corazones el amor a tu nombre y concédenos que,
al crecer nuestra piedad, alimentes todo bien en nosotros y con solicitud lo
conserves. Por nuestro Señor Jesucristo». Tomada del misal romano de 1570. La
perfección, como como deseo y aspiración del hombre, es la clave para entender
las peticiones que esta breve oración contiene: 1. Infundir el amor al nombre
de Dios; 2. Alimentar el bien y conservarlo. Solo quien busca en su vida amar a
Dios y custodiar este amor como una llama interior va, poco a poco, acercándose
a la perfección del Padre, esto es, a ser santo.
Oración sobre las
ofrendas
«Señor, que esta ofrenda santa nos alcance
siempre tu bendición salvadora, para que perfeccione con tu poder lo que
realiza en el sacramento». Presente en los gelasianos antiguo (s. VIII) y
de Angoulenme (s. IX) y en el misal romano de 1570. Es una oración con claro
sentido proléptico (futuro), es decir, la ofrenda santa no es el pan y el vino
sino el mismo Señor Jesucristo el único bendito y la bendición misma capaz de
alcanzar del trono del Padre la perfección que por nuestros solos medios no
podemos obtener.
Antífonas de comunión
«Qué bondad tan grande, Señor, reservas para
los que te temen». Del salmo 30, versículo 20. En el momento de recibir la
comunión sacramental, cuando contemplamos la blanca Hostia que vamos a
comulgar, recordamos la bondad inmensa de Dios que nos tiene preparado siempre
un manjar celestial al que nos acercamos por puro amor y reserva divinos.
«Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por
causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos». Del
evangelio según san Mateo, capítulo 5, versículos del 9 al 10. Trabajar por la
paz en muchas ocasiones conlleva el ser perseguido, incomprendido o denostado
por eso esta antífona nos recuerda que solo recibiendo este alimento de vida,
el pan de los fuertes, podremos seguir trabajando con denuedo por la
consecución de la paz y la vivencia plena de las Bienaventuranzas.
Oración para después de
la comunión
«Saciados con el pan de la mesa del cielo, te
pedimos, Señor, que este alimento de la caridad fortalezca nuestros corazones y
nos mueva a servirte en nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor».
Encontramos un eco de la teología de los dos altares: del altar del cielo al
altar de la tierra. En el altar de la tierra se realiza y actualiza en el
tiempo lo que en la Jerusalén celeste se celebra eternamente. De ahí que la
sagrada Hostia no es otra cosa que el alimento del cielo del que disfrutan los
ángeles y los santos que ya están en el altar del cielo.
Visión de conjunto
La
perfección es un atributo referido solamente a Dios, pues es el único ser
acabado que no posee defecto alguno y del cual emanan en resto de perfecciones
del mundo. Santo Tomás de Aquino, al esbozar sus cinco vías para la existencia
de Dios formuló la cuarta tal que así: “Vemos
en los seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles que otros, y
lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el más y el menos se atribuye
a las cosas Según su diversa proximidad a lo máximo, y por esto se dice lo más
caliente de lo que más se aproxima al máximo calor. Por tanto, ha de existir
algo que sea verísimo, nobilísimo y óptimo, y por ello ente o ser supremo;
pues, como dice el Filósofo, lo que es verdad máxima es máxima entidad. Ahora
bien, lo máximo en cualquier género es causa de todo lo que en aquel género
existe, y así el fuego, que tiene el máximo calor, es causa del calor de todo
lo caliente, según dice Aristóteles. Existe, por consiguiente, algo que es para
todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de todas sus perfecciones, y a
esto llamamos Dios”.
Antes
de seguir debemos hacer una aclaración: las vías de santo Tomás de Aquino no
son pruebas que necesariamente remitan a la existencia del Dios
judeo-cristiano. Sino que son “pruebas apodícticas”, es decir, que si se siguen
podemos llegar a conocer la existencia de un ser supremo, principio y fin de
todo cuanto ha existido, existe y existirá pero para que este sea el Dios único
y verdadero se necesita la luz de la fe y el testimonio de la revelación.
Así
pues, retomando el tema de la cuarta via, podemos decir que hay en las cosas
perfecciones transcendentales realizadas en diversos grados, como la perfección
de bondad, de verdad, de nobleza y otras”. Hay otras que no admiten grados.
a)
Primer grado de la vía: Una perfección
realizada en diversos grados es necesariamente causada: las perfecciones
como la bondad, verdad, nobleza, etc, por lo mismo que existen participadas en
diversos grados tienen que ser causadas por otro ser que posea esas
perfecciones en máximo grado.
b)
Segundo grado de la vía: quien tiene en
máximo grado una perfección pura, es causa de esta perfección en todos aquellos
que la poseen en grado inferior: tener una perfección en máximo grado es
tenerla por esencia y de un modo fragmentario es poseerla por participación. Este
sujeto que la posee por esencia no puede ser más que uno y único.
c)
Término final de la vía: “Existe, por consiguiente, algo que es para
todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de todas sus perfecciones, y a
esto llamamos Dios”: Así pues, nos encontramos con un ser que es: 1) Superior,
perfectísimo, infinito, porque es la plenitud de ser, de verdad, de bondad y de
nobleza; 2) Principio y causa de todas las cosas, porque en todas causa el ser,
la bondad y las demás perfecciones. Luego existe Dios.
Es
la vía por excelencia, ya que en ella se da el paso del ente al ser y de éste
al Ser. Parte de la experiencia empírica. Se ve que las criaturas son más o
menos perfectas (buenas, verdaderas, nobles, etc.). Por esto, debe existir algo
que es en grado máximo bueno, verdadero, y por tanto, perfecto. Este ser es
Dios y es perfecto y máximo también en el ser. Es causa de las perfecciones del
resto de entes.
Buscar
la perfección es un mandato del Señor: “Sed
perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48). Y si antes
hemos dicho que Dios es la causa última de todas las perfecciones, solo en la
medida que tengamos contacto con Dios y descubramos la acción de su gracia en
nosotros iremos adquiriendo esa misma perfección.
Perfección
es sinónimo de santidad. Los cristianos no estamos llamados a ser buenas
personas, sino a ser santos como Dios es santo. Y para ser santo solo una cosa
es necesaria: buscar el hacer la voluntad de Dios cada día de nuestra vida.
Pues ánimo, pídelo y búscalo.
Dios
te bendiga
No hay comentarios:
Publicar un comentario