sábado, 1 de diciembre de 2018

SE ACERCA LA LIBERACIÓN


HOMILÍA DEL I DOMINGO DE ADVIENTO



Queridos hermanos en el Señor:

Comenzamos hoy el Adviento. Volvemos a iniciar un nuevo ciclo litúrgico donde recorreremos los misterios de la vida del Señor y nos nutriremos de la gracia que de ellos dimana. Como cada Adviento, al inicio del año litúrgico volvemos a encontrar en el salmo responsorial la mejor expresión de nuestros sentimientos: volvemos a levantar nuestra alma a Dios, esto es, descargamos en el Señor el cúmulo de sentimientos, deseos y aspiraciones que llevamos en el corazón.

Para ello, Dios manda su gracia al mundo en una lluvia copiosa que es Jesucristo. Ante un mundo cada vez más situado de espaldas a Dios, y en una Iglesia con una seria crisis de fe, Dios se decide a enviar un vástago legítimo a fin de que restituya la dignidad y la estabilidad de la casa de Israel, esto es, la Iglesia. La próxima venida de Jesucristo al final de los tiempos, y que místicamente anunciamos en el tiempo durante el Adviento pretende dar cumplimiento a los oráculos davídicos. Pero ahora ya no viene en una cuna, sino en poder y gloria, sobre las nubes del cielo, acompañado de sus santos a restituir a su Iglesia perseguida y atacada.

Ante ese Cristo que viene ¿Qué hemos de hacer? ¿Cómo actuar? Nosotros hemos de presentarnos santos ante Él, evitando toda clase vicios y distracciones que nos aparten de Dios y nos impidan mantenernos en pie delante de Cristo.


El Adviento nos vuelve a traer la advertencia a estar despiertos ante los signos de los tiempos, a no dormirnos en los laureles porque el tiempo esta tasado. El Adviento es un faro de esperanza para la Iglesia de hoy.  Sabemos que debemos ser perseguidos y despreciados, que nuestros templos pueden ser profanados y usados a conveniencia de las modas, sabemos que los discursos de la corrección política pretenderán acallar la voz de la Iglesia y la doctrina divina del Evangelio de Cristo, pero el Adviento nos asegura que todo esto es temporal, que podemos alzar la cabeza por que se acerca nuestra liberación. El Adviento es la gran esperanza que asegura la perseverancia de la Iglesia. El Adviento nos empuja a creer, a mantener la fe y aguardar el retorno glorioso de Cristo, quien devolverá la justicia a los hijos de la Iglesia que han perseverado en la fe.

Salgamos, pues, hermanos, animados en este Adviento al encuentro de Cristo. Que nuestras buenas obras nos acrediten la fe y nos abran las puertas del reino eterno. Así sea.

Dios te bendiga

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