sábado, 15 de abril de 2017

¡¡ FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN !!


TIEMPO DE PASCUA

El profesor don Ismael Pastor vuelve a explicarnos el tiempo de pascua con el icono que se ha designado para ilustrar este tiempo en la III edición del misal romano.



«Pasado el sábado, María magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: “¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?” Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y quedaron aterradas. Él les dijo: “No tengáis miedo. ¿Buscáis a Jesús el nazareno, el crucificado? Ha resucitado. No está aquí. Mirad el sitio donde lo pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro: “Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis como os dijo”» (Mc 16, 1-7)

Descripción de la ilustración

La ilustración nos presenta la escena del sepulcro vacío. Tres figuras aparecen a la izquierda con rostro dolorido, se cubren con mantos y portan en sus manos dos ánforas. Se encuentran ante un sepulcro donde se pueden observar una tela enrollada. Y un ángel, a su derecha señala la escena. La montaña que aparece agrietada en la parte superior nos introduce en el mundo de la muerte.

Análisis mistagógico

Podemos sintetizar todo el año litúrgico en la solemne Vigilia Pascual. Ella es raíz y culmen de todo el año litúrgico. Se puede decir, incluso, que recapitula y contiene todo el misterio de Cristo. Por eso la antigüedad cristiana en los primeros siglos concentraba en esta celebración todo el Misterio Pascual del Señor. Si bien esto es cierto, ahora hemos de contemplarla en la unidad del Triduo Pascual, que desglosa los tres acontecimientos que dan sentido pleno a la memoria de los sacramentos pascuales: La Pascua de la Cena, La Pascua de la Pasión y la Pascua de la Resurrección. Una concentración que tiene, finalmente, como punto de referencia a aquel a quien Pablo llama nuestra Pascua.

La Pascua invita a todos los cristianos a ser testigos del acontecimiento más importante de la historia: la resurrección de Cristo. En ella Jesús asume la humanidad y su historia para transformarla y nos ofrece un bosquejo del mundo futuro donde, asumida y purificada, quedará consumada junto a Él. Tras esto los testigos están llamados a transmitir lo que han visto y oído (cf. Hch 4, 20) y anunciar al hombre su vocación profunda y definitiva (cf. Directorio General de Catequesis 102). Si la vigilia Pascual resuena en todo el año litúrgico, el testimonio del cristiano debe resonar en toda su vida. Por eso la elección de este icono para el tiempo Pascual. Que no deja la Pascua en la resurrección de Cristo, sino en el encuentro de las mujeres, que  tras el desconcierto se convierten en evangelizadoras.

El grano de trigo que da fruto

El centro de la escena es, sin duda, el sepulcro vacío. Al pie de una montaña, que recuerda las de la ilustración anterior, se encuentra el sepulcro de Cristo. Indicando cómo ha sido enterrado y se ha encontrado bajo tierra, cómo la muerte de Jesús ha sido real y no mera ilusión (cf. Lc 23, 53). Sin embargo el sepulcro se encuentra vacío y en él sólo quedan los lienzos que cubrían a Cristo, constituyendo así el propio sepulcro el primer testimonio de la resurrección en cuerpo y alma de Cristo. Estos nos acercan a la tradición antigua, recogida por algunos padres de la Iglesia, que ven en los lienzos imagen de la resurrección, usando una analogía con el gusano de seda. Pero además, mirando hacia arriba, entre las grietas de la montaña, justo encima del sepulcro, encontramos un brote de planta. Haciendo alusión al grano de trigo, que muerto, da fruto creando nueva vida (Jn 12, 24), hace alusión a Cristo, el grano de vida que con su muerte da mucho fruto y este fruto es la vida eterna.

Las miróforas

Las protagonistas de la acción son las tres mujeres que aparecen junto al sepulcro vacío. A la cabecera se encuentran con el ángel que les dice “Jesús Nazareno Ha resucitado, no está aquí. Mirad el lugar donde estuvo su cuerpo” (Mc 16, 6) señalando los lienzos en que fue envuelto su cuerpo. Las mujeres llevan en sus manos con fervor y delicadeza los vasos de aromas y perfumes, porque han venido a ungir al Señor tras el descanso obligado del Gran Sábado. La tradición oriental llama a estas mujeres miróforas, portadoras de aromas. La resurrección cambia la suerte de estas mujeres. A partir de este momento ellas son también evangelistas, pues llevan a todos la gran noticia de la resurrección. Nos invitan también a nosotros a introducirnos en la escena, a ser testigos de la resurrección y a convertirnos en miróforos, portadores del aroma de la verdad de la resurrección de Cristo. 

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