miércoles, 6 de junio de 2018

MISSA PRO FAMILIARIBUS ET AMICIS


MISA POR LOS FAMILIARES Y AMIGOS


I. Misterio

            No hay cosa más hermosa en este mundo que tener a gente a la que querer y que te quieran. Seguramente todos tenemos bellos recuerdos de la infancia de cuando nos juntábamos los primos o salíamos en pandilla de amigos y de las cosas que hacíamos en esas ocasiones. La Iglesia nos ajena a estas realidades humanas y afectivas por ello no dudó en confeccionar un formulario litúrgico para orar por los amigos y los familiares (primos, abuelos, tíos, etc.) y pedir para ellos toda clase de gracias y bendiciones divinas.

            Cierto es que la familia es la primera escuela de socialización y que en ella se aprenden los valores fundamentales de la vida y a vivir las relaciones fundamentales que configuran la existencia. Sí, todo eso es cierto. Pero también el ser humano recibe otros estímulos en otros ámbitos de socialización como son la relación el resto de familiares y de amigos. Es ahí donde la personalidad se va fraguando, donde aprendemos el sentido de la lealtad y la confianza pero también las mayores y peores frustraciones y decepciones en la vida. Sin embargo, esta escuela general de socialización es necesaria para crecer como personas. Así pues, veamos como lo ha entendido y vivido la liturgia convirtiéndolo en oración eficaz a Dios.

II. Celebración

El formulario para la oración colecta y la oración sobre las ofrendas ha sido tomada del misal anterior de la misa 30 “Por los amigos devotos” mientras que la oración de pos comunión es de nueva creación. Esta misa se rige por las normas generales para las misas “ad diversa” y puede ser completada con el uso de la segunda plegaria eucarística para las misas por diversas necesidades. Los ornamentos pueden ser o bien de color blanco o bien del color del tiempo litúrgico en que se celebre.

La oración colecta, tomada del misal romano de 1570[1], teniendo en cuenta que el objeto de la intención son los familiares y amigos, sitúa en la virtud de la caridad la fuente de la familiaridad y la amistad de estos para con nosotros. Para ellos, pues, pedimos la clemencia divina, la salud integral de sus personas, el don del amor a Dios y la voluntad de agradar a Dios.

La oración sobre las ofrendas, también tomada del misal romano de 1570[2], deja claro que es por ellos (familiares y amigos) por quienes se ofrece el “sacrificium laudis (= sacrificio de alabanza)” para que revierta sobre ellos en forma de bendición temporal y eterna.

La oración de pos comunión, de nueva creación, contiene una frase de gran calado espiritual y teológico “a quienes concediste que nos amaran” lo que supone, retomando la línea argumental de la oración colecta, que también, el que tengamos gente que nos quiera y se preocupe por nosotros es obra providencial de Dios, quien pone el amor y el afecto en los corazones de las personas. Pues bien, para ellas, la oración pide: 1. El perdón de los pecados, 2. El consuelo en la vida, 3. El amparo constante de Dios, 4. Que sirvan a Dios de corazón y 5. Gocen de Dios en la eternidad.

Los textos bíblicos asignados para esta misa son: el Sal 121, 6.8 para la antífona de entrada. Aquí se recoge la constante oración, atestiguada por la Escritura, de orar por los familiares y amigos. Para la antífona de comunión se ha tomado Mt 12, 50 donde se trasciende de los familiares de la tierra a la verdadera familia de los santos del cielo en comunión con Jesucristo.

III. Vida

            Tras el estudio del formulario litúrgico veamos detenidamente cuántas son, en conjunto, las gracias que se han pedido para nuestros seres queridos, familiares y amigos:

1. La clemencia divina: esto es, que Dios mire con bondad a esas persona y atienda siempre sus súplicas.

2. La salud del alma y del cuerpo: es decir, la integridad de la persona. Que las personas sean fuertes en su cuerpo físico evitando toda enfermedad y también se vean libres de pecado, enfermedad del alma.

3. La bendición divina: para que sobre nuestros seres queridos se vuelquen todos los favores divinos. Que sean santificados en sus días de vida.

4. El perdón de los pecados: ejercicio de la misericordia de Dios para con aquellos que quieren cambiar de vida y se encuentran en las redes del pecado.


5. El consuelo en la vida: pues en este “valle de lágrimas” el hombre está sólo y únicamente en Dios puede poner su esperanza para hallar solaz y ventura en la fatiga de la peregrinación diaria.

6. El amparo constante: para sentir siempre la protección divina ante las vicisitudes de la vida y las asechanzas del demonio.

7. Servir a Dios: el más alto honor que un hombre y una mujer puede tener en la vida es prestar un servicio, por pequeño que sea, a Dios, esto es, trabajar para su honra y su gloria; y para que el mundo conozca su amor y su bondad.

8. La gloria eterna: fin de la peregrinación humana. Lo más alto y valioso que podemos pedir y a lo que podemos aspirar. Estar con Dios definitivamente y sin querer otra cosa distinta.

            Vemos, pues, que el misal nos regala un espléndido formulario de oraciones para poder rezar por esas personas que tienen un puesto singular en nuestro corazón y en nuestra vida. Este formulario nos presenta una síntesis perfecta de qué hemos de pedir, porque cuántas veces nos quedamos en una oración de pequeñas cosas o de cosas triviales; pedir por cosas del aquí y ahora, sin más perspectivas ni altas metas. Pues ojalá que aprovechemos estas palabras de la oración pública de la Iglesia para nuestra oración personal.

Dios te bendiga



[1] MR1570[312] de la misa “pro devotis amicis”.
[2] MR1570[683] de la misa “pro devotis amicis”.

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