miércoles, 14 de marzo de 2018

21-24. CUESTIONES POLITICAS EN LA LITURGIA


VIDA POLÍTICA DE LA SOCIEDAD HUMANA


Hemos decidido, para este artículo, aglutinar las misas 21 a 24 ya que el misal solo ofrece una oración colecta para cuatro formularios que siguen la misma temática: la vida política de la sociedad humana donde cohabitan los cristianos. Estos son los formularios individualmente considerados: 21. Por la patria o por la ciudad; 22. Por los gobernantes; 23. Por las asambleas de los gobernantes de las naciones; 24. Por la máxima autoridad de la nación o el rey.


I. Misterio

La Sagrada Escritura hace derivar toda autoridad legítima del querer de Dios. De ahí la importancia que da a la obligación que tienen los fieles de rezar por las autoridades ya que éstas dimanan de la voluntad de Dios. En el Antiguo Testamento abundan los textos que apuntan en esta línea como el salmo 72(71) donde se nos presenta un himno para la coronación del rey y su ascenso al trono. Otro texto de la literatura sapiencial dice: “Teme, hijo mío, al Señor y al rey, no te enemistes con ninguno de los dos” (Pro24, 21-22) o esto otro: “Cuando gobierna el honrado, el pueblo se alegra; cuando domina el malvado, el pueblo se queja. Rey que juzga con justicia a los pobres consolida su trono para siempre” (Pro 29,2.14).

De entre las múltiples enseñanzas del Señor en el asunto que nos ocupa, la Iglesia destaca el pasaje de Mt 22,21par. Donde a la capciosa pregunta de las autoridades judías sobre la conveniencia de pagar los tributos a Roma, Jesús responde con dos ideas fundamentales que marcarán la concepción de persona y ciudadano en Occidente: a) que no solo es conveniente sino que debe hacerse en cuanto es una deuda que se ha contraído con Roma y los beneficios que había reportado; b) la idea de la imagen grabada que remite a un autor o a un propietario: la moneda lleva la imagen de su propietario, que es el César; mientras que el hombre lleva la imagen de su autor, que es Dios.

Así pues, uniendo estas dos ideas, como ciudadanos debemos someternos a las leyes y disposiciones de las autoridades civiles, pero como individuos personales que llevamos la imagen divina de Dios debemos la vida, la honra y la superior obediencia al Creador. Así lo entendió el genio católico español en estos versos de Calderón de la Barca:

«al Rey, la hacienda y la vida
se ha de dar; pero el honor
es patrimonio del alma,
y el alma sólo es de Dios»
(El alcalde de Zalamea, Jornada I,
escena XVIII, vv. 869-876).


Otros textos neo-testamentarios que amplían este precepto de cumplir con nuestras obligaciones como ciudadanos del mundo; cristianos insertos en una sociedad concreta, son los siguientes:

Romanos 13,1-7: la comunidad de Roma tenía una gran conciencia de la autoridad imperial. Cuando Pablo escribe esta epístola aún no ha comenzado la persecución oficial del cristianismo. Frente a la tentación de pensar que al ser ciudadanos de otro mundo, podían declinar sus obligaciones civiles, san Pablo destaca la idea de la obligación de someterse a las autoridades civiles legítimamente constituidas ya que su poder dimana de Dios. Hasta tal punto está convencido de ello, que Pablo no duda en llamarlos “ministros de Dios”, es decir, para él, las autoridades prestan un servicio a la comunidad humana manteniendo el orden y la justicia. Aborda, también, la cuestión de la obligación de pagar impuestos en la misma línea que el evangelio antes comentado.

1 Timoteo 2,1-4: este texto, aunque breve, reúne varios puntos una doctrina socio-política del cristianismo: en primer lugar, hay una exhortación a que los cristianos incluyan a todo ser humano en la oración. Dado que los cristianos no participaban en el culto público de los dioses, éstos serán objeto de sospecha por parte del poder civil; de ahí que para compensar esta ausencia, los cristianos presumían de orar por el emperador y las autoridades civiles, no por mero patriotismo sino por dos razones: a) para que la Iglesia gozara de “una vida tranquila y sosegada” y b) para que estas autoridades se conviertan y lleguen al conocimiento de la verdad.

1 Pedro 2, 16-17: para el autor de esta carta, las autoridades son algo querido por Dios y por tanto los cristianos debemos mostrar sumisión a ellas. En el momento en que se redacta esta carta, aún no ha comenzado la persecución. También con este mismo tema, el autor de este escrito une el tema de la libertad cristiana: la libertad está regida por un buen uso de la misma de acuerdo a las normas vigentes y no como una excusa para desobedecer las justas disposiciones. Entremos, pues, a estudiar el formulario litúrgico.

II. Celebración

            Para estas misas el formulario solo ofrece una oración colecta por intención. Son oraciones de nueva creación y fundadas en la teología política tradicional de la Iglesia, en cuanto que las autoridades son queridas y dispuestas por Dios en su providencia. Pueden ser usadas o bien como colectas y el resto de un formulario de domingo o bien como oración conclusiva de las preces. Son textos que dan mucho juego en su uso. Utilícese como se utilice pueden ir acompañadas del empleo de la tercera plegaria por diversas necesidades.


            21. Por la patria o por la ciudad: en primer lugar se apela al orden establecido por Dios en su providencia de establecer el agrupamiento humano con sus límites y fronteras establecidas. También se apela a las autoridades y a los ciudadanos para asegurar la concordia, la justicia, la paz y la prosperidad siempre y en todo momento.

            22. Por los gobernantes: Dios es la suprema autoridad y quien dispone el derecho de las naciones. Las autoridades temporales, de alguna manera, provienen de Dios y debemos rezar por ellos, como indican los textos bíblicos del punto anterior. Los gobernantes deben asegurar tres cosas fundamentales en la sociedad civil: 1. Prosperidad de los pueblos; 2. Paz estable; 3. Libertad religiosa.

            23. Por las asambleas de los gobernantes de las naciones: en el foco de esta oración se encuentran órganos internacionales como la ONU o la UE. Para estas reuniones de altos dirigentes se pide el don de la sabiduría de cara a la consecución de la paz y el bien común, o su mantenimiento. Y, también (no sin faltos de razón), que las decisiones que se tomen no sean contrarias a la voluntad de Dios.

            24. Por la máxima autoridad de la nación o el rey: las autoridades de este mundo están supeditadas al poder y querer de Dios y debemos tratarlas y obedecerlas como tales. Esta oración pide por el máximo dirigente de la nación, que en este momento es Su Majestad el rey Felipe VI para que tenga un mandato feliz, que cuide de los habitantes de la nación procurando su prosperidad y libertad de cara a agradar siempre a Dios.

III. Vida

El amor y los deberes para con la patria viene recogido en el Catecismo de la Iglesia en la sección dedicada al cuarto mandamiento. Siempre ha pertenecido al depósito de la doctrina esta actitud moral.


Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia, analiza en su Suma de Teologia la virtud y la piedad con que el hombre debe actuar respecto a Dios y a sus semejantes, poniendo el amor a los padres y a la Patria en un orden inmediatamente posterior al del amor que se le debe tener a Dios. Pero San Agustín va incluso más lejos que Santo Tomás, y coloca la virtud del amor por la Patria por delante del amor que se debe tener por la familia, y solo por detrás del amor que se le profesa a Dios tal como lo escribe en sus confesiones: “Ama a tu prójimo; más que a tu prójimo, a tus padres; más que a tus padres, a tu Patria; y solamente más que a tu Patria, ama a Dios”. Siglos después encontraremos otros pronunciamientos como los siguientes:

Pio IX dice en la encíclica Divini illius magistri . “El buen católico, precisamente en virtud de la doctrina católica, es por lo mismo el mejor ciudadano, amante de su patria”. Y más tarde León XIII dirá en su encíclica Sapientiae Christianae: “Por ley natural estamos obligados a amar especialmente y defender la sociedad en que nacimos, de tal manera que todo buen ciudadano esté pronto a arrostrar aun la misma muerte por su patria”.

Actualmente el Catecismo de la Iglesia recoge la doctrina acerca de este tema del siguiente modo: “El amor y el servicio de la patria forman parte del deber de gratitud y del orden de la caridad. La sumisión a las autoridades legítimas y el servicio del bien común exigen de los ciudadanos que cumplan con su responsabilidad en la vida de la comunidad política. La sumisión a la autoridad y la corresponsabilidad en el bien común exigen moralmente el pago de los impuestos, el ejercicio del derecho al voto, la defensa del país” (2239-2240).

Respecto al comportamiento de los ciudadanos, el Catecismo, también, dice lo siguiente: “El ciudadano tiene obligación en conciencia de no seguir las prescripciones de las autoridades civiles cuando estos preceptos son contrarios a las exigencias del orden moral, a los derechos fundamentales de las personas o a las enseñanzas del Evangelio. El rechazo de la obediencia a las autoridades civiles, cuando sus exigencias son contrarias a las de la recta conciencia, tiene su justificación en la distinción entre el servicio de Dios y el servicio de la comunidad política. “Dad [...] al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 21). “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5, 29): «Cuando la autoridad pública, excediéndose en sus competencias, oprime a los ciudadanos, éstos no deben rechazar las exigencias objetivas del bien común; pero les es lícito defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra el abuso de esta autoridad, guardando los límites que señala la ley natural y evangélica» (GS 74, 5)” (2242).

Vemos pues que tenemos fundamentos teológicos, litúrgicos y morales para lo que algunos teólogos llaman la implicación de los cristianos en la vida pública. El mundo necesita del testimonio y el compromiso de los cristianos. No nos podemos permitir dejar que este mundo se siga desangrando por las llagas profundas que lo afligen y nosotros, como avestruces, sigamos escondiéndonos y delegando las responsabilidades en otros. Esta es nuestra hora, la hora de los cristianos. Adelante.

Dios te bendiga

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